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Llorenç Riera

Trump no asusta a los hoteleros de Mallorca

Las grandes cadenas turísticas de la isla no modifican sus cuantiosos planes de expansión en Cuba ante la eventual posibilidad de que el nuevo presidente norteamericano endurezca el bloqueo

Desde ayer tarde todo el mundo tiene la mirada puesta sobre Washington intentando adivinar o conocer el contenido y repercusiones de las primeras medidas que adoptará el nuevo presidente de los Estados Unidos. Los primeros pasos de Donald Trump en la Casa Blanca no serán en vano. Se sabe de sobras que el novel presidente republicano tiene fijación, aparte de la frontera mejicana, con Cuba, cuyo bloqueo estadounidense ha aliviado un tanto Obama. También resulta harto conocido que en la isla caribeña abundan los intereses turísticas de bastantes empresas de matriz mallorquina. El 70% de las 65.000 habitaciones de hotel que hay en Cuba están bajo el control de las grandes cadenas nacidas y crecidas en Mallorca.

Entre los grandes pronósticos de ocupación para la temporada estival de 2017, Fitur, la Feria de Turismo de Madrid, también ha confirmado que Iberostar, Barceló, Melià y Globalia no tienen la menor intención de dar un paso atrás en sus planes de expansión en Cuba. El discurso populista y las amenazas vertidas por Donald Trump no les asustan. Ni a ellas ni a la veintena restante de empresas mallorquinas que mantienen intereses en la isla que acaba de quedar huérfana de Fidel Castro. Hay numerosos testimonios, reflejados en Fitur, que confirman estos planes de expansión. Air Europa comenzará pronto a volar a Cuba con sus aviones de última generación y planea nuevas construcciones de su división hotelera. Iberostar, por su parte, ha obtenido la primera licencia del Gobierno de Raúl Castro para importar productos. Riu admite que intenta volver a Cuba tras los problemas iniciales con los que topó para ofrecer la calidad deseada. Se sabe que distintas firmas mantienen contactos directos con el ministro cubano de Turismo, Manuel Marrero y que Melià pugna por procurarse un crecimiento selectivo. También que Barceló mantiene el lugar como "asignatura pendiente" que, por otro lado, no tiene la mejor intención de abandonar. Todo se justifica y canaliza a través de una perspectiva global tan ambiciosa como apetecible: el Gobierno de Raúl Castro tiene previsto alcanzar, en distintas fases, la cota de 110.000 habitaciones hoteleras en 2030.

Pero también hay otro punto de apoyo para justificar el desmesurado interés de los hoteleros mallorquines por Cuba. Este respaldo no está en el Caribe, radica en el Mediterráneo y para ser más exactos, en Mallorca mismo, porque aquí ya no quedan hoteles por comprar y apenas lugares en los que se pueda invertir.

En pocas palabras, que hoy, desde los intereses y la perspectiva de Mallorca la actualidad más rabiosa se bipolariza entre la toma de posesión de Donald Tump en Estados Unidos, porque sus decisiones nos afectarán de lleno, y cuanto sigue emanando de la Feria de Turismo de Madrid. En la confluencia de todo ello queda claro que predomina el interés turístico y económico ofrecido por Cuba que el temor que pueda provocar Trump con su fijación con el régimen castrista.

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