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Llorenç Riera

Podemos tiene en casa lo que persigue fuera

Resulta bastante estéril barrer fuera cuando no tienes la casa propia pulcra. Es así porque la suciedad y la falta de ventilación doméstica siempre acaban contaminando el exterior y entonces el trabajo realizado de cara a la galería hace un efecto parecido al de los borrones sobre el agua. Es, más o menos, lo que le está pasando a Podemos. El partido heterogéneo se ha dado a conocer, desde sus inicios, sobre la base de la regeneración de la política, el exterminio de los vicios de la gestión pública y la apertura de las puertas de las instituciones a las bases sociales. Se está demostrando que, para tan arduo menester, no se ha nutrido de forma suficiente de la homogeneidad ni de la solvencia de sus componentes.

Podemos supera ya en intención de voto al PSOE, según el CIS, pero su estado de gracia alimentado por la carencias ajenas se ve también claramente perjudicado por las incongruencias y contradicciones internas y el exceso de partidismo que Podemos tanto critica en los demás. La cuestión del blindaje de las ayudas al investigador Daniel Bachiller es un asunto abierto y fuera de justificación desde que fue denunciado por Diario de Mallorca el pasado mes de febrero. La semana pasada saltó a la opinión pública la venta lucrativa de un piso de protección oficial por parte del portavoz de Podemos en el Senado, Ramón Espinar. Por mucho que Pablo Iglesias haya intentado justificar la operación, son actuaciones que no se corresponden con la prédica de la formación morada. Esta es la percepción que recibe el ciudadano. Y en Podemos lo saben.

Había que reaccionar de alguna forma, por tanto. Ayer, el secretario de organización del partido, Pablo Echenique, anunció la suspensión cautelar de militancia de la presidenta del Parlament, Xelo Huertas, Daniel Bachiller y la diputada Montse Seijas. Se toma esta medida porque existen suficientes indicios de haber vulnerado el código ético de su formación beneficiando los intereses personales de Bachiller. Recordemos, la exigencia de partidas presupuestarias en el pacto de gobernabilidad para el investigador.

La medida cautelar que se adopta es especialmente grave y significativa por lo que respecta a Xelo Huertas, tanto por el cargo que ocupa como por sus reacciones. La presidenta del Parlament ha dicho que dejará el puesto si el partido se lo pide, pero no se presta a dejar el escaño, aun asegurando que no se aferra a él por un aforamiento en el que dice no creer ni necesitar. Huertas también se declara molesta, lo cual no aporta novedad alguna porque a la presidenta le molesta cualquier control vinculado a la "carga" de su cargo, sean las vacaciones en Roma o la dedicación al Parlament. En su malestar Huertas también deja un mayor reguero de división interna en Podemos al hacer inconcretas alusiones a la envidia y males de otros podemitas.

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