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Barridos de una parte del mapa

El paulatino pero sostenido, y por ahora imparable, desalojo de los socialistas de las mal llamadas comunidades históricas (Catalunya, Euskadi, Galicia), parece no importar mucho a los socialistas, lo cual no deja de ser chocante. El que, además de su evidente peso político, esas comunidades supongan bastante más de la cuarta parte de la población de España tampoco parece importar mucho al PSOE: no se oye la voz de un solo dirigente preguntándose qué estará haciendo mal su partido, y lo previo para dar con la respuesta es hacerse la pregunta. La estructura orgánica, el programa y la cultura política del PSOE se encuentran presos de un centralismo sin enmienda en un país que de facto es plurinacional, y esa contradicción lo lastra y paraliza. La propuesta federalista, que ni se sabe bien qué es ni la quiere casi nadie en el actual PSOE, encima llega demasiado tarde. Ayer: resta y sigue.

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