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Norberto Alcover

El encargo papal a Ladaria

Aunque parezca mentira, el salto está dado. Puede que algunos lo consideren un "saltito sin relevancia", pero la verdad es que, si tenemos presentes tantas urgencias eclesiales, la decisión papal de organizar una "Comisión para estudiar el acceso de la mujer al diaconado", significa el movimiento más ambicioso que se haya dado en muchos años en el seno de un colectivo tan masculino como el de la Iglesia católica. Y me temo que, salvo el detalle que nos afecta como mallorquines, no le estamos dando la trascendencia que puede tener en el futuro no solamente religioso sino también social y en fin histórico. Por supuesto que solamente estamos al comienzo de lo que será un largo y complejo proceso, pero repito lo del comienzo: el salto está dado. De la misma forma que hasta ahora jugábamos en el campo del no sistemático en esta cuestión, hemos comenzado a investigar por qué razón es imposible jugar en el campo del sí. El salto está dado.

Y uno se pregunta por qué razón se ha tardado tantísimo tiempo en dar tal salto o mejor, no haber progresado de forma permanente como en otras cuestiones importantes en la Iglesia. Para nada digo "cuestiones fundamentales", porque no lo es. Se trata de una medida llamada a modificar un estatus categorial y nunca sustancial según la teología más coherente con el Vaticano II, Otras confesiones también cristianas ya lo han hecho tras discusiones tan arduas que les han llevado hasta el mismísimo sacerdocio femenino. Pero precisamente por esta pregunta un tanto sorprendida, haya que ponderar la decisión papal, conocida nada menos que durante el estío, momento en que todo cuanto sucede está llamado a pasar menos apercibido que en unos meses antes. Las estrategias de comunicación son de una relevancia capital en los asuntos vaticanos. Supongo que Lombardi, al final de su servicio, habrá tenido que ver en esta medida subterránea.

Que en cuestión tan importante el protagonismo inmediato recaiga en el mallorquín Luis Francisco Ladaria, arzobispo, jesuita y secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es signo del talante perseguido por Francisco: una personalidad absolutamente fiel a la santa sede, en la que puede confiar sin remilgos, muy bien formado desde el punto de vista filosófico y teológico, licenciado en Derecho, profesor de Teología Dogmática en la Gregoriana, miembro de varias congregaciones vaticanas, entre ellas la de obispos, además de buen conocedor de los diferentes matices eclesiales, y de forma específica, una personalidad en absoluto protagonística tanto a nivel social como eclesial, que presidirá la Comisión con firmeza pero del todo abierto a los puntos de vista ajenos por diversos que puedan ser. Ladaria, quien ha conocido y tratado en profundidad los casos de pederastia intraeclesiales por su cargo, siempre ha destacado por su equilibrio y por su objetividad en el tratamiento de todas estas delicadas situaciones de los últimos años, de enorme complejidad como es de sentido común suponer.

No esperamos sensacionalismos por su parte, tampoco noticias subterráneas. Solamente eficacia y seriedad a ultranza en lo que el papa le ha encargado: presidir un grupo de trabajo para investigar los pros y contras del acceso de la mujer al diaconado. Ni más ni menos. Porque no estamos tanto ante un grupo ideológico antes bien investigador de la historia de la Iglesia, pasada y presente, camino del futuro, para situar esta cuestión en la tradición y no menos en la teología. Ladaria evitará derivaciones ideológicas, como ya he escrito, para evitar confrontaciones inútiles, por lo menos en este momento del salto. Es la hora de investigar en paz y serenidad. Es el momento de presentarle al sucesor de Pedro suficientes elementos para que actúe en consecuencia, después de esta comisión de estudio e investigación. Compuesta paritariamente por hombres y mujeres. Con este tipo de materiales sería un riesgo inútil dejarse llevar por personalidades mucho más atractivas que la de Ladaria pero de menos aceptación genérica. Estamos en el comienzo. No es tiempo de cosecha todavía porque es tiempo de siembra intelectual e histórica. Las prisas matarían la criatura.

Por lo tanto, Ladaria no es un progresista de moda: exacto. Ni un rupturista peligroso: por supuesto. Pero de nuevo me reafirmo en que para esta tarea es un hombre cualificado dada la universalidad eclesial, la pluralidad vaticana, las sospechas de muchos católicos respecto de este papa, y en fin, la necesidad de quien modere y nunca rompa la baraja a favor o en contra de las opiniones en liza. Y sin embargo conoce, en pura lógica, la actitud del pontífice, quien no en vano ha dado el empujón primero para sumergirnos en materia tan susceptible de pasiones encontradas. Conozco a este hombre desde hace muchos años, he leído sus textos, comparto la tesis de quienes le juzgan un personaje independiente, equilibrado y hasta puede que un tanto gris en el mundo vaticano. Pero precisamente estas aparentes limitaciones le hacen apto para presidir esta comisión que, sin lugar a dudas, dará mucho que hablar en el futuro.

Cuando le vea este mismo verano, le agradeceré haber aceptado esta misión eclesial, puede que ingrata por sus conocedores de su capacidad, estamos a su lado, como también lo está otro profesor de Comillas y jesuita como él, el padre Santiago madrigal, profesor de Historia de la Iglesia desde hace años y uno de los mejores conocedores del Vaticano II. Como mallorquines tenemos que estar satisfechos de esta designación papal, y esperar con fundamento que nuestro Luis Francisco Ladaria desarrollará como Dios manda su presidencia en beneficio del diaconado femenino en la Iglesia. Aunque sea verano, vale la pena pensar en todo esto con esperanza fundada. Desde el evangelio, faltaba más.

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