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Norberto Alcover

Sugerencias culturales

Aunque el señor Erdogan merezca un texto para sí solo, tras el autogolpe que se ha inventado con un descaro bochornoso, y España atraviese una semana candente de cara a la investidura de nuestros dolores, prefiero distender esta colaboración volviendo a la costumbre de años anteriores: proponerles, desde la más absoluta subjetividad, una serie de sugerencias estivales de naturaleza cultural, que les acompañen bajo el sol que nos abruma. Con permiso del terrorismo islamista frente al que no sabemos qué hacer porque comienza a superarnos desde la bruma del anonimato. En fin, en ocasiones, la cultura menos cotidiana puede ayudarnos a conllevar esa otra cultura que surge del día a día donde nos jugamos nada menos que la convivencia. Habrá que asegurar un rincón para la esperanza. Solo de muertes no vive el hombre. Vamos allá.

Con el paso del tiempo, leo menos novela recién producida y me inclino por la ensayística, pero aún así no puedo dejar de mencionar La última hermana, de Jorge Edwards (Acantilado) y El ruido del tiempo, de Julián Barnes (Anagrama): siempre interesante y de cuidado lenguaje Edwards, el texto de Barnes sobre las desventuras de Shostakovich en sus diabluras políticas además de musicales, es un intento, muy de moda, de novelar la historia con seriedad. Se lee como "relato ejemplar" de los fantasmas de un genio que no fue capaz de superar el miedo escénico. Interesante para paladares un tanto sumergidos en el universo de la música y de su correspondiente deontología. En este mismo apartado, sin una razón apodíptica, recomiendo un libro de poemas que me ha fascinado: Oh, corazón ardiente, poemas de amor y de disidencia del siempre innovador Thomas Merton, al que hemos olvidado en una sociedad opaca (Trotta). Poemas un tanto narrativos pero que despiden interrogación y admiración ante el misterio nunca dominado. Reconfortante para espíritus que lleven tiempo interiorizándose. Merton es Merton, siempre.

Y pasamos a la ensayística, que atraviesa una nueva edad de oro, si bien escoradamente divulgativa. Para que todos podamos leer lo escrito, disminuimos la hondura del texto. Una trampa feroz de "literatura con celofán" (Proust se horrorizaría pero Espríu también). Comienzo por un texto entre sorprendente y analítico a tope: El imperio de la vigilancia, del maestro Ignacio Ramonet (Clave intelectual), donde nos muestra el mapa de quienes nos dominan y determinan mediáticamente con una precisión escalofriante. Mientras lees este texto, casi meramente informativo, reflexionas sobre el horizonte de nuestra libertad, cada vez menos radiante. Los medios ya no median, dominan.

Y junto al texto de Ramonet, este otro, que ya he citado en ocasiones, de Carmen Pardo: En el silencio de la cultura (Sexto Piso). Mientras profundiza en la comprensión de la música, también lo hace en el abandono de la tarea cultural de nuestros días. Si la música clásica fallece es que todos nosotros fallecemos a la vez. Y uno se pregunta qué nos está sucediendo si por una parte nos vigilan pero por otro perdemos consistencia creativa. Llegará un momento en que ya no será preciso vigilarnos de neutralizados que estaremos. Y por último, me permito citar un texto de uno de los mejores sociólogos de inspiración cristiana, Rafael Díaz-Salazar: Educación y cambio social (PPC), auténtico bombazo en la lucha por una educación de calidad, que supera ideologías al uso para situarse en el núcleo de lo definitorio de la educación: el humanismo. Pero casi nadie se queja de falta de humanismo mientras el mundo parece animalizarse. Ellos sabrán.

El hecho religioso tiene excelentes producciones, cada vez más asequibles y, en ocasiones, vinculadas a la emergencia del laicado, gracias a Dios. Una novela, puede que histórica: No sé cómo amarte, de mi buen amigo Pedro Miguel Lamet (Mensajero), donde redacta misteriosas cartas de María Magdalena a Jesús de Nazaret, con un estilazo, sobre todo en la primera parte de la narración. Lamet, con delicadeza no exenta de valentía, rompe uno de los muros persistentes en la Iglesia: la relación entre santidad y amor humano. Y una obra de consulta para apasionados del Vaticano II: Atlas histórico del Vaticano II, dirigido por Alberto Melloni (PPC), la obra más completa sobre este acontecimiento histórico, que estamos empeñados en olvidar? aunque lo citemos a menudo con ocasión del papa Francisco. La relación ente datos relativos a la Iglesia y otras dimensiones, como la sociología, la historia, la cultura, la geografía, etc., convierten esta obra en un excelente bocado para creyentes y no creyentes que se interrogan. Por cierto que yo mismo releo El pacto de las catacumbas, obra de varios autores de peso, conjugados por Xabier Pikaza y José Antúnes da Silva (Verbo Divino), y quedo perplejo ante los sueños que tuvimos con ocasión del Vaticano II, incluidos obispos y teólogos. Pero después vinieron las lluvias? No es una mala opción.

Cierro estas líneas de sugerencias textuales con tres recomendaciones cinematográficas en DVD: El puente de los espías, un retorno a la guerra fría, cada vez más revisitada, mediante una pulsión fílmica de matrícula, con una dirección de Spielberg de libro, y que seduce en su naturalidad. Además, la diáfana y jugosa Corazón gigante. De Dagur Kari, donde se reivindica el "lugar en el mundo" de una persona que nunca pensó en la oportunidad de conseguirlo. El otro cine no opta solamente por fantasmadas del ciberespacio: hunde sus raíces, cada vez más, en los núcleos ocultos de la realidad escondida. Y por supuesto, siempre es positivo revisitar Días del cielo, del respetable Terrénce Malick, que nos retrotrae a un 1962 puede que pasado de moda, ¿o no?

La cultura se hace más sencilla y menos honda, pero puede consumirse con facilidad. No hay excusa para dejarla de lado. Otra cuestión es que hayamos decidido dejarnos de lado a nosotros mismos, y entonces la cultura moleste porque crea "mal cuerpo". Por mi parte, una vez más, les he regalado mis recientes "platos de cuchara". Ojalá descansen de verdad.

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