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Llorenç Riera

Los males de gestión de cada verano

El verano mallorquín tiene sus clásicos. Entre ellos figuran la marcha del Güell a Lluc que estos días se ha tambaleado de lo lindo por falta de presupuesto y previsión y las dificultades asistenciales en ambulatorios y hospitales debidas a la escasez de facultativos. La dolencia crónica de cada verano, ya colectiva, se ha vuelto a reproducir. Aquí está y el Sindicato Médico también un clásico en los comportamientos estivales las vuelve a sacar a la palestra sin que la rutina en la queja quite gravedad al problema, ni estimule reacción suficiente para provocar solución adecuada.

En verano es mucho más difícil adivinar por adelantado si el doctor podrá atenderte. Simplemente porque, al igual que todo mortal, tiene derecho y necesidad de descanso y nadie ha previsto su relevo ni ha dotado de fondos económicos suficientes para suplantarlo con garantías. La gerencia de Atención Primaria llega a admitir la gravedad de la situación, especialmente en lo relativo a pediatría, en las unidades básicas de salud pero, en contra de lo que solicita el sindicato médico, descarta cerrar centros por la tarde. Por dos motivos, porque entiende que se pueden mantener los niveles esenciales y porque durante el estío acuden menos pacientes a estos dispensarios.

Es una impresión que contrasta con la visión de Simebal, el sindicato médico, que ve serias dificultades para cuadrar la agenda de servicios asistenciales. La Administración insiste de todos modos en que la atención al paciente está garantizada, aunque admite la dificultad que comporta el hecho de que 21 facultativos permanezcan de baja laboral. Es una carencia que intenta suplir en parte con la continuidad de 17 de los 22 médicos residentes en periodo de formación. Resulta significativo que algunos de los centros que presentan mayores carencias estivales sean precisamente aquellos en los que prestaban servicio profesional quienes los han dejado para desempeñar cargos directivos.

Entre improvisaciones y dificultades sobrevenidas, lo cierto es que los problemas de asistencia médica veraniega persisten, por mucho que se hayan reforzado algunos ambulatorios del litoral. Todo se resiente, desde la imagen turística hasta la más urgente atención sanitaria al residente estable.

La sanidad pública es siempre un pozo sin fondo que reclama esfuerzos permanentes y revisión de actualización continuada. El Sindicato Médico sigue insistiendo en que la problemática actual tiene mucho que ver con la precariedad contractual y el empeño en mantener la consulta abierta por la tarde. Es también una oportunidad y un recurso para la reivindicación laboral.

De todos modos, no estaría de más que, para aliviar el desencuentro y prevenir dolencias mayores, Administración y colectivo profesional consensuaran un diagnóstico certero del cuadro clínico de la asistencia sanitaria en verano y a partir de él aplicaran recetas eficaces para mejorar la realidad cotidiana.

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