Diario de Mallorca

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Incomprensiblemente, Barack Obama sigue cayendo mal a una gran parte de nuestra izquierda. ¿Por qué? Eso es un misterio. Y lo digo porque esa misma izquierda que lo desprecia ha copiado descaradamente sus campañas electorales y se ha apropiado de sus lemas „el Yes we can es el "Sí, se puede" de Podemos-, igual que ha copiado sus mítines concebidos como un concierto de rock, sólo que Bruce Springsteen tocaba para Obama mientras que aquí se cantaban los himnos soporíferos de Lluís Llach y de los chilenos Quilapayún. Y encima no ha habido en muchos años un político tan "cool" y tan educado, alguien dotado de una dialéctica impecable y que encima no alardeaba nunca de sus tibias creencias religiosas, más bien agnósticas o levemente deístas, cosa muy extraña en la América actual colonizada por las sectas religiosas.

Y más aún, Obama escribe muy bien „basta ver su libro de memorias Los sueños de mi padre„ y encima es un excelente crítico literario. En internet se puede leer su coloquio „su largo coloquio„ con la novelista Marylinne Robinson, una de las más grandes escritoras actuales. Robinson escribe sobre las pequeñas ciudades del Medio Oeste y sobre los predicadores presbiterianos que han pasado toda su vida allí, y Obama conoce muy bien ese mundo porque sus abuelos blancos lo criaron algún tiempo en una granja de Kansas. Pero lo asombroso es la inteligencia analítica que demuestran los comentarios de Obama sobre las novelas de Robinson. Muy pocos políticos actuales „si es que hay alguno„ podrían llegarle a la suela de los zapatos.

Sin embargo, Obama no sólo conoce bien las poblaciones perdidas en los campos de maíz de Kansas, con sus iglesias y sus silos y su oceánico aburrimiento de coches que pasan por la carretera interestatal. Lo portentoso es que también conoce muy bien otros muchos lugares del mundo que no tienen nada que ver con el Medio Oeste americano. Porque conoce bien Hawai, donde nació, e Indonesia, donde se educó cuando era un crío y su madre vivía con un empresario indonesio „de nombre Soetoro„. Y al mismo tiempo conoce bien las zonas cultas y urbanas de su país „Chicago y Nueva York y Los Ángeles„, pero también los barrios bajos de esas mismas ciudades, donde trabajó en proyectos educativos para chavales problemáticos. Y por si fuera poco, también conoce los medios universitarios de élite, como Harvard, igual que conoce la remota aldea africana donde nació su padre, ese hombre inteligente y autodestructivo que un día lo abandonó y al que tan sólo volvió a ver una vez más en su vida. Si hay un habitante del mundo que pueda alardear de ser un ciudadano global, si hay alguien que pueda sentirse como en su casa en tres de los cinco continentes, esa persona es Barack Obama.

Y si es así, ¿por qué cae mal? Es cierto que no ha conseguido muchas cosas que se propuso, y que no ha logrado limitar la venta indiscriminada de armas ni ha podido introducir como él quería su modelo sanitario inspirado en la seguridad social europea. Pero ha conseguido aprobar las leyes de matrimonio homosexual en casi todos los estados de su país „algo inaudito teniendo en cuenta el peso de los fanáticos religiosos„, y también consiguió salvar a América de la bancarrota en aquel año terrible „2008„ en que parecía que todo el sistema bancario norteamericano iba a venirse abajo. Puede que parezca muy poco, pero en realidad es muchísimo más de lo que han conseguido la mayoría de políticos que han ocupado el poder.

La noche de su reelección, en noviembre del 2012, estuve dando una vuelta por la pequeña ciudad de Carlisle, en el centro de Pensilvania. Hacía un frío de perros y no había nadie en la calle, pero cuando pasé por el local de los demócratas „que estaba al lado de las oficinas de correos y frente a la única cabina telefónica que quedaba en la ciudad„, vi luces encendidas y oí música. Como conocía a alguno de los miembros del comité, entré en el local. Vi al señor de los billares, y al cartero, y a un veterano de guerra (negro) que a veces compraba en el Walmart, y a un hombre que una vez me encontré fumando a escondidas en la calle, como si fuera un exhibicionista o un merodeador. Bebimos cerveza en vasitos de plástico y brindamos por Obama, y cuando la televisión empezó a dar las noticias de que iba ganando, volvimos a brindar y volvimos a beber. Y hoy que Obama llega a nuestro país, me gustaría darle las gracias por todo lo que ha hecho en estos años.

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