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Llorenç Riera

Instrumento para el respeto y pluralidad

Las leyes deben perseguir fundamentalmente dos objetivos esenciales, por una parte el de paliar déficits personales y sociales y por otra, el de canalizar la convivencia hacia mejores cotas de respeto y bienestar, utilizando para todo ello, si es necesario, instrumentos sancionadores. Este criterio general se visualiza de forma particular en la postura adoptada ayer por el Parlament.

Haciendo gala de una posición de consenso poco habitual en la casa, la Cámara aprobó la ley para garantizar los derechos de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales, el colectivo LGTBI, en pocas palabras. Es una iniciativa auspiciada por los grupos que dan soporte al Govern, con enmiendas del PP y Ciudadanos, que al final fueron limadas o retiradas, al entender que lo que se reivindicaba con las interpelaciones quedaba garantizado por alguna norma superior. Nunca sabremos del todo si el consenso alcanzado responde a la coyuntura, a la oportunidad del momento electoral o a la firme convicción ideológica. No importa demasiado.

La ley de reconocimiento de la diversidad sexual no obliga a nada en cuanto a la posición y definición personal de cada uno, a no ser la admisión del libre ejercicio de los comportamientos de los demás. Es una norma que parece dirigida especialmente a la propia Administración que, en el ejercicio de sus funciones propias, se obliga a velar por el respeto, sancionar las discriminaciones y a encargar a los servicios de salud la atención propia para intersexuales y transexuales. Es una norma necesaria para una sociedad plural con comportamientos diversificados, no solo en el aspecto sexual. El año pasado se produjeron en Balears 44 denuncias por discriminación en este ámbito. Es el cuarto puesto de las comunidades españolas. No es buena posición para un archipiélago abierto también a la diversidad cultural y religiosa y que sin embargo ahora, con la ley refrendada ayer por el Parlament, podrá presentarse como pionera en cuanto al reconocimiento y tutela de los derechos sexuales de las personas.

El pacto de Govern ha conseguido que avancen y se plasmen sus principios progresistas. La oposición no le ha enmendado la plana en este sentido. La ley es una norma necesaria, un recurso útil, pero lo realmente importante es que la sociedad asuma como propios y aplique los valores que en ella se propugnan. Lo escenificado ayer en el Parlament puede ayudar, sin duda alguna, a hacer este recorrido, el de una sociedad más plural y diversificada en todos los sentidos, que se enriquece con el respeto y la tolerancia. Quedan algunos escollos y rémoras por superar, pero parece claro que se ha tomado la senda adecuada.

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