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Herencia envenenada

Al final, se cumplieron los peores augurios de diversos analistas independientes: el gobierno del PP terminó su mandato en 2015 con un desfase presupuestario del 5.2% del PIB, un punto por encima de lo que se comprometió con la Comisión Europea. Y la consecuencia es clara: el nuevo Ejecutivo tendrá casi imposible cumplir con el objetivo marcado para 2016 (del 2.8%), ya que debería hacer un ajuste del gasto (vía ingresos y/o recortes) cercano a los 23.000 millones de euros. Justo en un momento en el que tres de los cuatro partidos principales del país (PSOE, Podemos y Ciudadanos) se han comprometido con un mayor gasto social, en caso de lograr algún tipo de acuerdo. La cuadratura del círculo.

En vista de lo ocurrido (el gasto público supera a los ingresos por valor de 56.000 millones? pese a que 2015 terminó con un crecimiento superior al 3%), cabe preguntarse a qué se debe que, desde 1980, España no baje de un déficit del 3% en dos de cada tres años transcurridos. La respuesta no es simple, pero puede deducirse de una suma de varios factores: un sistema recaudatorio disfuncional (con elevado fraude fiscal y tipos impositivos relativamente altos, que recaudan proporcionalmente poco), un aparato productivo ineficiente (compuesto por multitud de pequeñas empresas, que generan empleo de baja calidad y que malviven? generando poca actividad y, por tanto, de las que se puede recaudar poco) y una estructura de gasto que aún no ha acoplado al fin de la burbuja inmobiliaria del período 1998-2007 (que generó unos ingresos desorbitados que, sencillamente, no volverán). Con este panorama, no dejan de sorprender las "peleas" de algunos para hacerse cargo del Ejecutivo.

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