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Antonio Tarabini

Va de números: 131, 161, 199, 253...

Cada día falta menos para la fecha fatídica, el 2 de mayo, en la que por imperativo legal, si previamemente ningún candidato ha obtenido la investidura, se disuelven Congreso y Senado y se convocan nuevas elecciones, a celebrar el 26 de junio. Si así fuera, significaría un auténtico fracaso para todos y cada uno de los partidos, viejos y nuevos, que conforman el arco parlamentario. De boquilla, ningún partido desea nuevas elecciones, especialmente porque sus resultados son imprevisibles, y lo más probable es que asemejen a los del 20N. Todos agotan sus últimos cartuchos, como mínimo para que los votantes no los vean como culpables de la repetición electoral. Y juegan a formar mayorías, 131,161,199, 253...

Comenzaré con los que garantizan estabilidad y parabienes con 253 escaños. Los populares siguen con su mantra: ellos han ganado las elecciones y, en consecuencia, ellos deben liderar un gobierno de partidos de "orden" (PSOE y C's.), naturalmente presidido por el sin par Mariano Rajoy. Regresan los viejos gurús (Cospedal, Hernando, Arenas...), dejando momentáneamente en la recámara a sus nuevas promesas (Maroto, Casado, Levy, Martínez Maillo...) para exigir, en concreto a los socialistas, patriotismo y sentido de Estado. Un gran pacto de 253 parlamentarios (la mayoría son 176) que les permitiría en un posible gobierno de dos años modificar algunos aspectos de determinadas leyes y artículos de la Constitución, para que todo siquiera igual (o casi). Mientras, Rajoy sigue inmerso en su gran duda, ¿llama o no llama a Pedro Sánchez? Mientras, el PP no propone ningún documento que incluya las bases programáticas de un hipotético gran pacto. Mientras, Albert Rivera intenta vender a los populares las bondades de sus acuerdos con el PSOE. Dicho lo cual, no parece probable que Rajoy y los suyos salgan de su soledad a no ser que los socialistas se apliquen el harakiri. Aunque en un programa de televisión, un famoso coach de políticos, aludiendo a una aventura del oso Yogui y su amigo Bubu (sic), augure un gran éxito a los populares en fechas próximas.

En la otra barrera, mucho pastureo, e incluso pasteleo. Podemos garantiza 161 diputados, treinta y un escaños más que la frustrada investidura de Pedro Sánchez, a través de lo que ellos denominan un "pacto a la valenciana", aunque no concretan cómo se articularía. Pablo Iglesias cambia de táctica, renuncia a una vicepresidencia que nadie le ofreció, rebaja algunas de sus demandas programáticas e incluso acepta "verse" con Rivera para pedirle que se abstenga en una segunda ronda, pero (al menos hasta hoy) sin aceptar cohabitar en un mismo gobierno. En el interior de Podemos aparecen las figuras tácticas del bueno y el malo. El bueno es Errejón (y los suyos), que hace llamamientos a la transversalidad, se supone que incluyendo (o no) a C's. El malo está representado por Monedero (y los suyos), que no acepta ni una renuncia parcial a su programa. En medio, Pablo Iglesias en la función de templar gaitas. Hoy por hoy, puertas entreabiertas; mañana, los dioses dirán.

El líder socialista propone un pacto de Gobernabilidad transversal, que incluye a C's, que supondría 199 parlamentarios. El candidato socialista, consciente de que juega sus últimas bazas, aprieta las tuercas, especialmente a Podemos, para llegar a tal pacto, en base al documento firmado con Ciudadanos y que incluye 200 propuestas abiertas a mejoras o modificación. Hoy, mañana quién sabe, Sánchez no acepta un pacto con Podemos sin el visto bueno de C's, que hoy, mañana los dioses dirán, a Podemos ni agua, léase no apoyar a un gobierno en el que participe. Dícese que esta semana se entrevistarán Iglesias, Sánchez y Rivera.

Regreso al interrogante del inicio: ¿quién corre más riesgos en unas nuevas elecciones? El PP puede perder votos, aunque no de un modo relevante (ya los perdió el 20D), lo que sumado a una previsible mejora de los resultados de C's (Rivera salva la piel, al ser considerado no culpable) puede acercar al centro-derecha a una mayoría más viable (que no absoluta), aunque seguirían necesitando el voto o la abstención del PSOE. Según mi parecer, y de relevantes analistas, si los socialistas hicieran caso a los cantos de sirena PP-C's y de los poderes fácticos internos y europeos y formaran parte y/o posibilitaran un gobierno "de orden", incluidos independientes (?), se convertirían en una fuerza política marginal, como el PASOK en Grecia.

En unas hipotéticas y probables nuevas elecciones, los socialistas se la juegan. A su candidato y secretario general se le intentará culpar (externa e internamente) de no haber alcanzado pactos de gobierno. Pero a su vez, es muy posible que Podemos pierda fidelidades electorales, dadas sus múltiples derivas. La relevancia o no de tal posible pérdida de votos podemitas, aun suponiendo una relativa mejora de los socialistas, podría significar que Podemos y sus confluencias (especialmente si forman candidatura con IU) hicieran el sorpasso a los socialistas, lo que le valdría el papel de referente de la izquierda en España. Cada día, un día menos. Y sólo quedan 27.

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