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Cuaderna

Rajoy debe seguir

Debemos tener claro que quien marca la política del PP es el Partido Popular; y quien elige a sus líderes, es la militancia del PP. Desgraciadamente son muchos los que se apuntan a las presiones externas que trufadas de presuntas buenas intenciones quieren marcar la pauta al PP y quien debe ser su líder. No critico la libre opinión; pero de ahí a querer imponer desde fuera del partido, las decisiones que debe tomar, así como quien debe ser su líder, hay un abismo.

A día de hoy, reivindico la permanencia de Mariano Rajoy como líder del PP, y lo hago desde la convicción de que sigue siendo nuestro mejor activo. Lo hago porque creo que es justo defender a quien ha sacado a España de la peor crisis económica jamás vivida desde la transición. Lo hago desde el convencimiento de que es una persona honrada y que su mayor preocupación no es el "estar", sino el "ser". Sí, ser útil a España. Es más, sólo por el hecho de que el secretario general del Partido Socialista Obrero Español, el señor Pedro Sánchez, tuviera la desfachatez de negarse a hablar con Mariano Rajoy diciéndole que: "No es no, y dígame usted que parte del no, no ha entendido", es motivo suficiente para que el PP haga piña con nuestro presidente, convirtiéndonos en un solo hombre y una sola voz.

No es de recibo que Pedro Sánchez, que ha obtenido el peor resultado de la historia del PSOE, excepción hecha en la época de Alfonso XIII, tanto en número de votos como de escaños, quiera ahora imponer las condiciones al PP para formar Gobierno, dejando traslucir un tic de sectarismo, prepotencia y desprecio jamás exhibido por un líder político en la España democrática.

No es menos cierto que el PP sufrió un duro golpe electoral, a causa del desgaste que supuso gestionar la crisis económica que nos dejó el PSOE, en el 2011; si bien hay que convenir que el mayor desgaste del PP trae causa del hartazgo sufrido por nuestros votantes por los casos de corrupción, que han salpicado y están salpicando a nuestra formación política debido al comportamiento de algunos de nuestros compañeros, que se han aprovechado de su estatus de poder en beneficio propio, sin importarles en absoluto ni el partido ni el interés común. Sobre ellos debe caer todo el peso de la ley.

Es verdad que hemos perdido cerca de cuatro millones de votos, es verdad que hemos perdido cerca de sesenta escaños, pero también lo es que somos el partido más votado con cerca de dos millones de votos más que el PSOE, más de treinta diputados sobre el PSOE y mayoría absoluta en el Senado.

Es verdad que en una democracia parlamentaria quien gobierna es el partido que es capaz de reunir más apoyos en el Congreso. Pero no es menos cierto que quien se encuentra más legitimado para asumir la responsabilidad de gobierno, e intentar los apoyos necesarios para ello, es el partido que mayor número de votos y escaños detenta, y este es el PP. Así sucedió en la época de UCD con Adolfo Suárez, en la época del PSOE con Felipe González y en la época del PP con Aznar.

Otro de los motivos por los cuales defiendo la continuidad de Mariano Rajoy es precisamente el hecho de haber sido el candidato que mayor apoyos electorales y representación parlamentaria ha obtenido en relaciona sus adversarios; lo que demuestra que la mayoría de los españoles siguen confiando en él, pero le advierten que para este segundo mandato debe pactar y negociar.

Lo que resulta perverso es lo que siempre hace la izquierda. En campaña electoral se tiran los trastos a la cabeza y pasadas las elecciones suman toda su representatividad con la falacia de afirmar que el pueblo español pide cambio, y pide echar al PP de las instituciones. Para que esto fuera cierto, PSOE, Podemos y los partidos separatistas y soberanistas deberían haber ido en candidatura única. Ello no significa que estos partidos, pasadas las elecciones, no tengan derecho a llegar a un acuerdo para formar Gobierno. Pero de ahí a querer deslegitimar al partido ganador, amén de desprestigiar y ningunear al líder más votado, hay un buen trecho, y el PP no lo puede permitir.

Así las cosas, si el PP consigue llegar a acuerdos, Mariano Rajoy debe seguir siendo nuestro candidato a presidente de gobierno. Todo lo demás es marear la perdiz, que es lo que pretenden nuestros adversarios políticos; algunos de los "poderes fácticos", sean éstos económicos, empresariales o mediáticos, y por qué no decirlo, algunos del propio partido que piensan que la desaparición de Rajoy les coloca en línea de salida para su sucesión.

Para el caso de que no se consiga formar gobierno, ni por parte de las fuerzas constitucionalistas ni por parte de la izquierda, nos veremos abocados a nuevas elecciones generales. Pues bien, si este es el caso, Mariano Rajoy debe seguir siendo nuestro candidato; porque dadas las actuales circunstancias sigue siendo el presidente que necesita España. A él le avala experiencia, honradez, trayectoria y fiabilidad. Rajoy debe seguir.

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