Merkel, de visita en Turquía este pasado fin de semana, ha llegado a prometer la agilización de los trámites de adhesión de Turquía a la Unión Europea. Trámites paralizados porque el país euroasiático no cumple los criterios democráticos de Copenhague que son requisito indispensable y formal para ingresar en la UE. La promesa de la canciller tenía por objeto lograr que Ankara coopere con Europa en la contención de los emigrantes sirios, designio que parece relativamente conseguido gracias a la aportación de 3.000 millones de euros.
La iniciativa de Merkel genera controversia. De entrada, un grupo de cien académicos y profesores universitarios de Turquía ha advertido este domingo mediante una carta abierta a la canciller de Alemania, Angela Merkel, que su reunión con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, supone apoyar a alguien que "viola" los valores de la Unión Europea (UE).
Pero, además, en la propia Europa hay voces muy caracterizadas que se niegan en redondo a admitir a Turquía en tanto no retorne a los términos de laicidad pública que dejó en herencia Ataturk. Como es bien conocido, el islamismo se ha abierto paso y hoy el régimen de Erdogan puede ser calificado sin ambages de confesional, algo que resulta intolerable en el seno de la Unión. Conviene, en fin, aclararlo para que los intereses cortoplacistas no terminen primando sobre los principios.
