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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Marivent y el dique del Oeste

Hay algo peor que el petimetre convencido de que gana en inteligencia al anudarse una corbata, el que piensa que mejora al quitársela. El documento del Pacto III recoge que "El Govern planteará al Estado y la Casa Real la apertura de los jardines y espacios públicos de Marivent de nueve a diez meses al año". En primer lugar, la visita no tiene sentido si los Reyes no están dentro, porque la parroquia desea contemplar una Familia Real en cautividad, ver cómo han crecido las niñas, aportarle al monarca soluciones para España y sobre todo para la selección de fútbol. En segundo y más preocupante lugar, meterse con el Jefe de Estado es muy fácil, hasta un columnista puede hacerlo. Cuesta más desafiar a la siniestra Atrocidad Portuaria, así que los progresistas se olvidaron de mencionar el cierre dictatorial del Dique del Oeste y de buena parte de los clubes náuticos y pantalanes, levantados en su totalidad sobre suelo público. Por no hablar de fincas costeras para veraneo de funcionarios armados. Su liberación es una medida gratuita al servicio de la ciudadanía, por tanto postergada.

Aun admitiendo la existencia de un público, especialmente entre la audiencia de Sálvame, la apertura de Marivent no es la toma del palacio de verano por un Pacto repleto de vaguedades, sino otra excusa para escurrir el bulto. Ahí están las verjas acristaladas del Parking antes Paseo Marítimo. El único argumento contra los ciudadanos es la sacrosanta seguridad. Queda desmontada si pueden abrirse las cancelas de una residencia regia, por lo que debe desprecintarse el Dique del Oeste. Aparte de que el mayor riesgo de pasear por unas instalaciones náuticas lo sufren los viandantes. El tanto por ciento de delincuentes en los yates supera con creces a la criminalidad de los transeúntes, por muchos mallorquines que haya entre los segundos.

Abrir el Dique del Oeste y demás reductos portuarios es barato, inmediato y de aceptación universal. Olvidemos las revueltas palaciegas porque, como decía el recordado comunista Eberhard Grosske, "¿desmilitarizar Cap Pinar para hacer qué?" Y dado que el Pacto persigue retos a su altura, a ver si consigue abrir Magaluf a los mallorquines.

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