Diario de Mallorca

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Norberto Alcover

Abrir Mallorca al mundo

Si los mallorquines no nos dejamos llevar de nuestra peculiar idiosincrasia, tendremos que reconocer que nuestra inclinación hacia lo nostro es de altos vuelos. Somos isleños. Para colmo nuestra pequeña isla es el sueño dorado de muchas personas que, en todo el mundo, hacen lo imposible por llegar hasta sus playas, sus campos y cada vez más sus calles endiabladamente estrechas del barrio antiguo, y tantas cosas más. Puede que falte una oferta cultural y hasta religiosa mucho más atractiva, pero todo se andará? si queremos andar. Pues bien, teniendo una isla tan excelente y deseada, en lo que hay y en lo que falta, no acabamos de darle el empujón necesario para que comiencen a llegar nuevos visitantes atraídos por bellezas complementarias y que forman parte sustancial de este pedazo de tierra mediterránea. Hablo, sobre todo, de las personalidades egregias que hemos dado a luz y de sus aventuras por todo el mundo, hace largos años pero también en estos momentos. En fin, que todavía nos queda un largo trecho que recorrer. Pero el instrumental, la materia prima, está ante nosotros y es nuestra. Sólo nos falta trabajarla y mostrarla al mundo. Nada más. Claro, y la convicción de que vale la pena hacerlo aunque no sea una fuente esplendorosa de dinero. Será cultura. Será prestigio. Será nuestra historia.

Este largo arranque, con su correspondiente intención, viene a cuento de la exposición inaugurada el pasado jueves en Caixa Fórum sobre las llamadas "reducciones jesuitas del Paraguay", que muchos de ustedes seguramente habrán visitado, y que nos permite visualizar ese conjunto de construcciones, objetos artísticos, sistemas de vivienda, organización entre comunista y cooperativista, acción evangelizadora inculturizada, y tantísimas cosas más, realizadas por jesuitas e indígenas en los siglos XVI y XVII en el actual territorio donde confluyen, junto a las cataratas de Iguazú, las fronteras de Argentina, Brasil y Paraguay. Una tarea entre espiritual y civilizadora como pocas se han visto, continuada por los Franciscanos cuando el monarca español Carlos III expulsó a todos los jesuitas de sus territorios. Precisamente en este momento, Junípero Serra esparcía la buena nueva en la costa oeste de los actuales Estados Unidos y se convertía en el creador de California, muchas de cuyas actuales grandes urbes, entre ellas Los Ángeles, derivan de aquellas misiones franciscanas, como Paraguay se asienta sobre la presencia jesuita.

Ambas congregaciones religiosas tuvieron idéntica intuición, puede que matizada por sus diferentes espiritualidades y escuelas antropológicas. Pero estamos ante el primer gran intento compartido de la Iglesia de "evangelizar y desarrollar". Más allá de comentarios sin fundamento que pretenden convertir esta magnífica obra en un gesto de imposición colonial y de matanza dominante. Nada de eso. Franciscanos y jesuitas trabajaron muy duro para conseguir la primera conjunción humanista y humanizadora de origen cristiano en plena selva y respetando los derechos de los indígenas hasta el cansancio. Quienes estuvieron allí, lo saben muy bien.

La exposición de Caixa Fórum se basa sobre todo en material de varias anteriores, de mayor entidad por el mayor espacio, pero quienes han llevado a cabo la escenografía de la nuestra, se han lucido de verdad por la excelente capacidad de concentrar lo de verdad relevante con ilustraciones gráficas y literarias precisas y de gran belleza. Si han montado algo así, pueden montar cosas mucho más ambiciosas. Desde aquí, mi felicitación. Es verdad que este material anterior pertenece a las reducciones/misiones jesuitas paraguayas, y solamente aparece Junípero Serra como punto de llegada de la trayectoria mostrada. En este sentido, pienso que una mayor colaboración en la preparación del proyecto, hubiera conseguido mostrar de forma más completa un momento paradigmático de la historia. Pero seguramente se echó mano de lo que ya se tenía y lo que se tenía era de índole jesuita y paraguaya. Sería interesante ampliar lo expuesto con materiales pertenecientes a la actividad franciscana en California, para tener una visión perfecta de cuanto se llevó a cabo en aquellas fechas a ambas alturas del nuevo continente.

A Mallorca y a Palma en concreto llega tal material que merece una visita guiada, para caer en la cuenta de cuanto se desarrolló allí y de qué manera el Evangelio fue capaz de inspirar una fraternidad cultural, civilizadora y cristiana, fraternidad que en este mismo momento el papa Francisco reivindica como signo de una buena nueva que abarca todas las dimensiones de la vida. Pero noten el detalle: jesuitas y franciscanos no obligaron a los indígenas a venir hasta aquí, antes bien tomaron las naves, se lanzaron a la aventura, congeniaron con los habitantes de aquellas tierras "incógnitas" y solamente así dieron a luz esa maravilla de las reducciones/misiones. Hay que abrir puertas y ventanas para que podamos salir y completarnos con otras realidades existentes. Y sobre todo, se hace preciso saltar sobre lo nostro y auscultar lo altre para enriquecernos todos.

Como decíamos al comienzo, Mallorca y Palma con ella pueden y deben ampliar su oferta histórica, para que el turismo, y nosotros mismos, vayamos más allá del sol y de la playa, incluso de los museos permanentes que algunos son muy respetables, y ofrezcamos instantes mallorquines ilustres, haciendo gala no solamente de lo más popular porque nos abramos a lo más culto en todo el sentido del término, demostrando que nos respetamos de verdad en todas aquellas realidades que nos configuran. Es una tarea a realizar, pero en relación con nuestros visitantes, lo que requiere un trabajo gubernamental y ejecutivo permanente e insistente. Gobierne quien gobierne. Legisle quien legisle. Porque Mallorca y Palma son de todos.

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