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Verbos, petróleo y euros

La actualidad, fecunda en facetas, planteó hace días una interesante cuestión filológica: la sustitución en el ámbito judicial del término "imputado" por el de "investigado". No pasaría de mera anécdota de no ser porque ha llegado hasta la mismísima Cámara Baja, y, sobre todo, porque la población de imputados del ecosistema hispano conoce hoy un florecimiento que para sí quisiera el lince ibérico. Se trata de una nueva muestra de lenguaje políticamente correcto que, para no ofender, infringe un principio básico: la precisión del sentido. Según el DRAE imputar consiste en "atribuir a otro una culpa, delito o acción". Por su parte atribuir es "aplicar, a veces sin conocimiento seguro, hechos o cualidades a alguna persona o cosa". Así pues no es acusar en firme, queda claro; pero ¿quién quiere hablar claro si, con una manita de Photoshop, se puede borrar el hecho de que existan indicios (sólo indicios) de actividad ilegal? En su lugar se elige "investigar", de PH neutro, que significa "hacer diligencias para descubrir una cosa". De este modo quedan amablemente hermanadas las tareas de averiguar quién se comió la tarta que guardábamos para el postre familiar y quién se llevó una millonada en sobornos mientras detentaba un cargo público. Y, al parecer, también se tranquiliza la hipersensible conciencia de la ciudadanía? o más bien de los compañeros de partido.

El siniestro del Sorrento es una gota más en el vaso de los desastres marítimos próximos a las costas patrias. Un vaso que el Prestige llenó (no hace tanto) casi hasta arriba, y que recientemente el Oleg Naydenov dejó a punto de desbordarse. Cuando en los informativos seguimos viendo cada día las manchas de petróleo que salen del pesquero ruso, saber que el maltrecho ferry de la Trasmediterránea se encuentra a dieciocho millas de sa Dragonera, y con un futuro incierto aún, no resulta nada tranquilizador. En estos momentos es cuando se nos presenta de forma muy gráfica el precio que pagamos por vivir como vivimos. Lástima que el goteo diario de contaminación pase desapercibido para el gran público: ese habitual desprecio por el mar, con vertidos más pequeños pero continuos, ya sea de fuel o de desechos, que se realizan con la impunidad de la costumbre y más en temporada turística alta. Jugar con fuego no es una metáfora: llevamos decenios haciéndolo, y el precio de un error es mucho más alto que lo ahorrado en labores de vigilancia y prevención. Y en energías alternativas.

La frase edificante del día se refiere a España y dice así: "hoy por hoy todo el mundo es más rico que hace unos años". La pronunció, no sé si entre risas, un ciudadano llamado Manuel Montecelos que trabaja en calidad de "director de talents & rewards". El dato es rigurosamente cierto para directivos y consejeros de bancos y grandes empresas. En cuanto a la clase de tropa? habrá que correr a mirarse los bolsillos, no sea que nos estén manando euros y aún no nos hayamos dado cuenta.

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