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Antonio Papell

El traspiés del Partido Popular

Los nuevos partidos, surgidos de la irritación social contra los viejos partidos por la gestión de la crisis a cargo, sucesivamente, del PSOE y del PP y por la corrupción exorbitante e indigerible que se ha acumulado en los últimos años PP y PSOE tienen sus propios y ominosos casos, han hecho acto de presencia en las elecciones andaluzas, aunque no con el ímpetu que presagiaban las encuestas y temían los actores de la vieja política.

El PSOE, en concreto, ha perdido apenas cien mil votos con respecto a las elecciones de 2012 (aunque ha subido la participación) y ha mantenido el número de escaños, 47. El PP ha perdido 500.000 votos y 17 escaños pero ha duplicado los votos de Podemos, ha casi triplicado los de Ciudadanos y ha casi cuadruplicado los de Izquierda Unida. Es irónico que, en contra de lo que pronosticaban los gurús populares, el surgimiento de Podemos, en lugar de deteriorar la posición del PSOE, haya terminado debilitando la del Partido Popular, no tanto por causa directa de la formación de Pablo Iglesias sino por la más tardía aparición de Ciudadanos.

El traspiés del PP, que es el partido de gobierno y por lo tanto el que posee más visibilidad, tiene una explicación clara. La estrategia del voto económico puesta en marcha por Rajoy no ha llegado a tiempo para conseguir que el voto esperanzado superase al voto de los irritados. Lo explica con claridad Manuel Conthe en su blog de "Expansión" cuando dice que, a pesar del inicio de la nueva etapa de crecimiento y del crecimiento del consumo privado, los ciudadanos no tienen todavía sensación de haber salido de la crisis, y ello por varias razones:

1. Desde el inicio de la crisis en 2008 hasta el inicio de la recuperación, España perdió, en términos acumulados, un 8% del PIB y 3,6 millones de empleos; y de ellos hemos recuperado solo 2 puntos del PIB y 450.000 empleos. Así pues, necesitaremos todavía dos o tres años para volver al nivel del PIB anterior a la crisis. Como los ciudadanos toman todavía como referencia la situación previa a la crisis, siguen teniendo, lógicamente, una sensación de pérdida acumulada, aunque ésta se haya mitigado en los últimos trimestres.

2. Los ciudadanos no toman en cuenta el PIB, sino la demanda interna (especialmente, el consumo privado), que cayó el 15%, cifra muy superior a la caída del PIB.

3. Finalmente, cuando manifiestan su opinión sobre la situación económica, los ciudadanos suelen mostrarse más pesimistas sobre la situación general que sobre la propia, influidos por la inercia en el clima general de opinión que generan las crisis.

Naturalmente, si la recuperación mantiene el pulso y se prolonga en el tiempo como parece probable que ocurra, las tesis del Partido Popular irán calando en la opinión pública? La incógnita es si la mudanza se producirá antes o después de las próximas citas electorales.

Podría decirse que si el electorado exige responsabilidades por la gestión de la crisis, y aun por la crisis misma, lo natural sería cebarse en los dos partidos que se han repartido la angustiosa tarea de reaccionar al crash. Pero el PSOE ya pagó duramente su impericia en las urnas en las elecciones de 2011, y ahora es el PP el que debe rendir cuentas de sus actos. No parece que los ciudadanos tengan una opinión muy buena de su ejecutoria, que, si bien ha auspiciado el retorno al crecimiento, deja muchas víctimas en el camino.

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