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Un regalo inesperado

Al hacer un repaso del año económico que termina, no cabe duda que una de las grandes y sorprendentes noticias ha sido la caída del precio del barril de petróleo en el segundo semestre (casi un 45%, desde los niveles de junio). Y es que acaba de empezar una batalla geoestratégica cuyo vencedor no sabremos hasta dentro de un tiempo.

Todo comienza hace pocos años, cuando la revolución del fracking en ciertas zonas de EE UU, como Dakota del Norte (de donde ya se extrae el 15% del crudo de aquel país) genera una presión a la baja del precio del oro negro. Un descenso que se ha acentuado después de que el líder de la OPEP, Arabia Saudita, haya decidido no reducir su oferta. ¿Por qué? Probablemente, porque puede resistir años con precios bajos? mientras dificulta la expansión de la nueva industria norteamericana (ya que la inversión en fracking, con un precio por debajo de 70 dólares por barril, empieza a no ser rentable).

Ante esta jugada, hay ganadores y perdedores. Entre los segundos, aquellos países que más dependen de un precio alto para mantener sus economías. Son los casos de: Venezuela (a quién los mercados ven en riesgo de default), las naciones del Mercosur, Noruega o Rusia (que podría entrar en recesión en 2015). Y, entre los primeros: los países asiáticos (principales importadores mundiales de crudo) o España, gran dependiente de la compra de gas y petróleo (hasta un 80% del total de energía consumida).

Y es así como vemos un ejemplo práctico de la globalización: una decisión tomada por las autoridades de Riad puede provocar que las previsiones de PIB del Gobierno no suenen a risa (2% de crecimiento, acompañado de menos paro)? y que Rajoy tenga opciones de ganar a Podemos en 11 meses, si no aparecen nuevos Bárcenas por el camino.

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