El Premio Nobel de la Paz Nelson Mandela dijo en una ocasión: "Nunca, nunca y nunca otra vez, debería ocurrir que esta tierra hermosa experimente la opresión de una persona por otra". Y la opresión, desgraciadamente, no es solo cosa de algunos países o épocas. Europa, por ejemplo, ha pagado un alto precio, con millones de muertes, como consecuencia del racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la intolerancia religiosa, la gitano fobia, la homofobia, la discriminación, la violencia causada por prejuicios y el extremismo radical que la mayoría de la humanidad rechaza.

Por esa razón asusta tanto ver determinadas actitudes que nos hacen pensar y temer que podamos volver al pasado. Precisamente, la Agencia Europea de Derechos Fundamentales detectó en un reciente estudio que una cada cuatro personas de un grupo minoritario ha sufrido un delito por motivos raciales y que el 90% de estos ataques o amenazas sufrido por inmigrantes o miembros de grupos étnicos minoritarios no se denuncian. España no está al margen y según un estudio de Movimiento contra la Intolerancia, se producen discriminaciones y delitos de odio de forma reiterada, que al año superan las 4.000 y de las que solo un 4% son denunciadas.

El episodio más reciente recorre estas últimas semanas los medios de comunicación. En Francia, Dieudonné M´Bala M´Bala ha hecho del humor su arma letal para arropar el más rancio racismo y el antisemitismo, arrastrando a sus seguidores a una violación de los más elementales principios de libertad, igualdad y tolerancia de los pueblos y las personas.

Estoy de acuerdo en que debe haber una libertad de expresión, pero siempre hay un límite y esa línea que no se debe traspasar y llegar al abuso y la intolerancia. Ya la Unión Europea ha dotado a sus Estados miembros de armas legales para desenmascarar y actuar ante actos como los de Dieudonné; así, la propia decisión marco 2008/913/JAI del Consejo de Europa indica que cada Estado miembro adoptará las medidas necesarias para garantizar que se castiguen las conductas intencionadas como la incitación pública a la violencia o al odio dirigidos contra un grupo de personas o un miembro de tal grupo, definido en relación con la raza, el color, la religión, la ascendencia o el origen nacional o étnico.

No obstante, quiero llamar la atención sobre el hecho de que este tipo de actos hace peligrar el compromiso de la UE de proteger la dignidad humana de cada uno de sus ciudadanos y hay que tener en cuenta que detrás de estos ataques el objetivo es la propia democracia, atacando los derechos de las minorías.

A mediados de enero de 2013, todos los eurodiputados iniciamos un debate sobre cómo debía actuar la UE contra el auge de los crímenes derivados de la intolerancia. El debate concluyó con una resolución del Parlamento europeo, de 14 de marzo, sobre el refuerzo de la lucha contra el racismo, la xenofobia y los delitos motivados por el odio donde se subraya que en la UE nunca debe aceptarse ningún tipo de intolerancia ni discriminación y se pide a la Comisión, al Consejo y a los Estados miembros que refuercen la lucha contra los delitos motivados por el odio y las actitudes y las conductas discriminatorias.

Para ello, se concluyó que necesitamos dotarnos de una estrategia global en esta lucha y que el mundo conozca bien sus derechos, que sepan cómo puede protegerse contra estos delitos derivados del odio. Es por ello que en esta resolución se ha pedido expresamente que los Estados miembros adopten todas las medidas oportunas para fomentar las denuncias sin ningún tipo de miedos al objeto, además, de visibilizar los delitos y a sus autores.

La resolución aprobada insta al Consejo y a los Estados miembros a que adopten sin más dilación diferentes directivas sobre igualdad, sobre estrategias nacionales de integración y el derecho de libre circulación y residencia; a la vez que se pide a la UE que firme la Convención Internacional de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial.

Se debe garantizar que todos los instrumentos de Derecho penal de la UE propongan un abanico más amplio de sanciones graduales, incluidas, si procede, penas alternativas y que respeten plenamente los derechos fundamentales. No se puede tolerar que los delitos motivados por el odio, la xenofobia y el racismo sigan creciendo.

* Miembro del Grupo Popular Europeo