La semana pasada comentábamos con sincera alegría la desaparición inminente de Veo 7, un canal de eyección infatigable, pero con dolorosa certidumbre al saber que jamás veremos en él la vida y milagros de Pedro Jeta Ramírez. La cosa se pone seria para la extrema derecha televisiva. No es verdad que uno se alegre de que un medio muera y deje sin trabajo a un montón de gente. La gran putada, como pasa con bancos, con los directivos de empresas que se escachifollan por mala gestión, con políticos que funden y dilapidan dinero que no es suyo y luego si me has votado que te follen, es que quienes llevaron a la ruina a esa cadena por su ruindad tendenciosa, por su clónico vocerío ideológico en el mismo espacio, modos, maneras, cambalaches, e intereses que el ocupado con maestría por Intereconomía, saldrán indemnes porque para su culo siempre habrá un sillón, pero el currito, el que maneja la cámara, el que pone micrófonos, el redactor que se ha tomado en serio su trabajo, el iluminador que ha estado pendiente de que el belfo de Ernesto Sáez de Buruaga no parezca demasiado lelo, ese, esos trabajadores sin nombre, irán a la oscura lista del paro. Y más. Estas cadenas no sólo son terribles en su demencial carrera hacia el revanchismo, hacia la estulticia ideológica, hacia el fomento de la aniquilación del contrario, del matiz político, del machismo cretino, de un sentido de la españolidad nauseabundo, no, es que son cadenas infames con una programación inexistente fuera de ese caldo amargo y nocivo.

Save the fachas

Para demostrar que Intereconomía TV no tiene dignidad, ni reparos, y una imaginación desbordante, vemos estos días lo nunca visto. De El gato al agua… a con el agua al cuello, como ha resumido la situación económica de estos felinos El intermedio de La Sexta, programa y cadena que ha encontrado un filón cómico en esa tertulia y en esa forma de entender el negocio. Por cierto, muy parecida a como la entiende Telecinco. Han sabido encontrar su audiencia. A la audiencia de Telecinco le pones una película de las buenas, y manda a paseo a Paolo Vasile. Sólo quiere carne putrefacta, aromas de cadáver, salivazos superlativos, cochambre y estiércol, guarrillas y chulos, mentiras y vulgaridad. A la audiencia de Antonio Jiménez le haces una pregunta refinada, que no sea tendenciosa, que no lleve implícita la condena de Zapatero, y se retuerce en el sofá echando espuma por la boca como la niña de El exorcista. Si pruebas el veneno quieres más y más. Sin límites. Pero ahora, el gato está con el agua al cuello. Y se ha puesto a cascabelear. Save de fachas, dice Wyoming con mucho tino. Y ahí andan, salvando a los fachas con huchas petitorias pululando por las calles de Madrid. Gonzo, aunque entregado a la causa, no se corta y analiza la situación. Para llamarse Intereconomía se están administrando un poco mal, apunta antes de amarrarse a la hucha como buena dama de la caridad, aunque ni se carda, ni se pone los visones, ni se perfuma con unas gotitas de esencia de rosas por si algún pobre se le acerca demasiado, que ya sabemos cómo son los miserables.

Los antisistema

Esta gente tiene tan poca vergüenza ni pudor que ahora se dirigen a su público como perseguidos, martirizados, excluidos, anatemizados, y lo más rocambolesco, como garantes del buen periodismo que sólo ellos, porque el resto está podrido y vendido, velan, defienden, ejercen e imparten a diario. Para partirse el culo, señores. Tienen que darnos dinero, viene a decir el director de la secta, Xavier Horcajo, "porque la libertad no tiene precio", y el periodismo de excelencia "hay que pagarlo". ¿No es enternecedor? A pesar de los disparates, estoy convencido de que lo dicen en serio. Beben vino, son antisistema, y ahora piden dinero, regurgita Wyoming. La máquina ya está en marcha. Han sacado una tarjeta, han abierto una cuenta, y hasta roban tiempo de sus filípicas extremistas para la cosa petitoria. Y a Carlos Dávila, al que he visto tieso y aguantando su arrojado atrevimiento en cuestión de manipulación, demudado y algo abochornado. Pero los jefes nada temen. Incluso pueden vender burras que ellos mismos han apaleado hasta dejarlas cojas. Y qué. ¿Vieron hace unas fechas una de esas entregas pirata que se saca Antena 3 de la manga, sin venir a cuento, que emite, y se acabó? Se llamó El jefe.

El pedigüeño Mario Conde

La cosa es fácil. Eres un directivo y te infiltras en el tajo de tus currantes –albañiles, mantenimiento de campos de golf, fábrica de agua embotellada, porque el negocio está muy diversificado–, y te haces pasar por uno de ellos porque tu misión es hacer un listado con los candidatos ideales para irse al paro de la mano del ERE que tu empresa prepara. Un perfecto hijo de puta. Pero… El directivo entra en contacto con la realidad. Hipotecas, hijos, enfermedades, la vida. Y se conmueve. Y lo entiende. Una cosa es el despacho, donde hay nombres sin cara, y otra el día a día, donde los números tienen una cara y una historia. Y El jefe se convierte, ante la tele, en hada madrina. Se para el ERE. Se regalan sueños. Aunque al año de la grabación, cuando la tele se fue, se despidió a 24 trabajadores. Y a ningún jefe. A los obreros no se les ocurrió sacar huchas a la calle. Ellos sólo ponen ladrillos, cortan el césped, vigilan las botellas de agua. No trabajan por la libertad de expresión en Intereconomía, perseguida, amenazada. Así que ya saben, seguidores de este canal. Ayúdenle a seguir su guerra santa contra rojos, maricas, ateos, antitaurinos, inmigrantes, coño, rásquense el bolsillo, hostias, que peligra España, y sobre todo, que si necesitan furia y bilis diaria hay que pagarla. Total, que la imagen más reveladora es la de Mario Conde, a un tris de colgarse el cartel con el ´Más vale pedir que robar´. Todo cuadra.

LA GUINDA

Escriban Españistán en YouTube. Les saldrá un vídeo de animación que firma un joven creador llamado Aleix Saló. Con simple mordacidad, sarcasmo, y efectivo uso de datos de la reciente historia económica e este país, el dibujante traza una amena, certera y descacharrante explicación de la terrible crisis que vive España, que al final de los seis minutos del vídeo es Españistán. Hierve la red. Pero los políticos miran para otro lado.