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¿Y la mejor playa de Mallorca?

Es Trenc El Playólogo/Maremecum

¿A ti también te ha pasado? Que recibes visitas en casa y te preguntan: "Para ti, como mallorquín, ¿cuál es la mejor playa de la isla?" Y piensas: "Caray, ¡y ahora qué le digo!" Pues yo lo tengo claro.

El concepto de playa paradisíaca —el que todos tenemos en la mente— está compuesto de los siguientes ingredientes: arena blanca, aguas cristalinas y palmeras. De los dos primeros vamos sobrados, pero de palmeras… ¡Ay, ay, ay! Habrá que sustituirlas por pinos y sabinas retorcidas, que también maridan muy bien. Y, además, son més mallorquines.

En la toma de decisión debiera de influir que la playa sea larga. Mucho. Muy larga. Para poder pasear infinitamente por la orilla con la mente en las nubes, la vista perdida en el horizonte y los pies descalzos en la arena. Sintiendo la espuma de las olas venir, acompasadas, para lamer tus pies con lengua helada, como si fuera leche merengada.

¿Y la arena? Suave. Muuuy suave. Y blanca y fina, como la harina. ¿Y lo de no ver ni gota de hormigón? También debiera ser un ingrediente obligatorio (que lo es) y no una quimera. Tanto como la manteca de porc negre en la ensaimada. ¡A que sí!

Pero luego tendría que haber algún ingrediente secreto, sabroso y poco conocido. ¡La guinda del pastel! Algo más que ver, experimentar y/o degustar. Algo para el after beach. Algo de tardeo. De visiteo. No sé, alguna experiencia salada por los alrededores. Porque si hay que coger el coche y desplazarse (algo que por aquí nos cuesta miles, reconozcámoslo) el esfuerzo tiene que verse recompensado.

Y entonces me acordé de aquella tarde que me perdí por el Camí Barrala hasta que de repente estaba frente a unos estanys donde se oían unas voces peculiares. Unos sonidos que huelen a naturaleza pura. A parque natural. A humedal. Y me refiero a los correlimos, las avocetas, los tarros blancos y, cómo no, los fotogénicos flamencos. Estaba en el salobrar de Campos. Por donde aún es posible pasear en soledad y experimentar la felicidad plausible, la de verse acompañado solamente por estas voces tan singulares y evocadoras. Porque nada te traslada más a un paraíso natural que los sonidos de todas estas zancudas y anátidas viviendo en plena libertad. Eso y el sonido de la brisa. Nada más.

Salinas de es Trenc El Playólogo/Maremecum

¿Dije algo de olores? ¿Y de aromas y sensaciones? Pues los de las salinas, aunque no sean comparables con los de la ensaimada recién horneada [...] tienen un bouquet muy especial, un resultado final en boca que no concuerda. Lo mismo que pasa con algunos quesos, que su olor no hace justicia a su sabor. ¿Me entiendes...? Vamos, que a veces huele peste.

Y luego vi unos montones cegadores junto a unos estanques cuadriculados de color rosado. Las responsables de esa coloración son las Halobacterium salinarum, una resistente bacteria estudiada por los científicos de la NASA por su capacidad de mitigar la destrucción celular. Es curioso el color que toman las aguas. Y también el de las famosas zancudas. Porque los flamencos de Campos son de color rosa. ¿Lo sabías? Y que no todos son así. También los hay blancos. ¿Te lo cuento?

Salinas de es Trenc El Playólogo/Maremecum

Pues resulta que estas bacterias de colores rosados son del agrado de las microalgas Dunaliella salina, que a su vez les encanta a unos pequeños crustáceos que se llaman Artemia salina, de los que a su vez se alimentan los flamencos. Ya lo ves: aquí todo va de comerse unos a otros. Y de cambiar de color. Porque las artemias son originariamente de color blanco. Y los flamencos también son blancos. Pero solo cuando nacen o llegan hasta aquí por primera vez, y entonces se comen las artemias y pasa la coloración del agua a las plumas. Porque uno es lo que come. O eso dicen. Así es como los ornitólogos saben diferenciar cuáles son los flamencos mallorquins y los flamencos estrangers.

Y seguí paseando hacia esa luz blanca y cegadora. Los montones esos que luego resultaron ser sal. ¡De sal! Alucina. Y ya de paso seguí caminando como los reyes magos de oriente, atraído por la luz de esa estrella salina, hasta el portal de un azul gastadito de una factoría más antigua que Matusalén. Porque aunque las construcciones no sean tan viejas (dicen que el personaje bíblico vivió 969 años) la extracción de la sal del mar ya lo hacían los romanos. Y luego voy y entro, y me encuentro con una exposición de eso que llaman la flor de sal. Que resulta que no sale de la tierra, sino del mar. De nuestro mar. ¡De sa nostra terra! Y yo usando la sal Malden, que es más british que los fish & chips... Tiene delito la cosa.

Salinas de es Trenc El Playólogo/Maremecum

¿Nunca recogiste la sal de cocó? Yo la solía poner sobre mi pa amb oli vegano preferido, el de fonoll marí. ¡Para chuparse los dedos! Pero a mí siempre me dio un poco de reparo... porque nunca sabes si algún pescador de caña apurado se había hecho pipi en el cocó. ¡Aaaaaj! Pues mira, ahora ya no voy a tener tantos reparos. Porque resulta que la flor de sal se comercializa perfectamente higienizada y con todos los controles y certificaciones que te puedas imaginar. ¡Y para encima es molt mallorquina! Es la famosa flor de sal de es Trenc, que la usan reconocidos chefs desde Japón hasta USA. ¡Y yo sin saberlo! Eso y que, sinceramente, y lo digo después de haber asistido a una visita guiada por las salinas y sus diferentes estanques (calentadores, evaporadores, alimentadores y cristalizadores), es probablemente la actividad extractiva más antigua y sostenible de la tierra. ¿A ti no te lo parece? Extraer la sal del agua a mano mientras se conserva un humedal que de otra forma ya hubiera sido desecado es muy molón. Porque de no ser rentable, el salobrar de Campos ya no existiría. Y menos aún este Parque Natural Marítimo-Terrestre. Esa fue la conclusión a la que llegué: que gracias a las salinas aquí no plantaron docenas de hoteles.

Pero... ¿y la playa? ¿La mejor playa de Mallorca? Pues ya lo habrás adivinado: se trata de es Trenc, enclavada en el flamante Parque Natural Marítimo-Terrestre de es Trenc Salobrar de Campos, la única playa de Mallorca con más de 5.500 reseñas en Tripadvisor y de 7.000 en Google. Y la única con una cantidad muy significativa de malas puntuaciones. Sí, de malas experiencias. Porque lo del “agua negra nauseabunda”, la “falta de limpieza”, la “ausencia total de servicios”, los “atascos que no te dejan ni volver atrás” y “un parking carísimo para ver una playa como otra cualquiera” también son opiniones. Pero no mías, de los viajeros. Otra cosa es que tengan razón o no. Y me explico:

Es Trenc es de las pocas playas naturales que nos quedan y frente a ella se conserva una extensa y saludable pradera de posidonia oceánica, cuyas hojas acintadas se desprenden y acumulan, a menudo, en sus orillas, tal y como hacen las hojas de los plátanos del Paseo del Borne cada otoño. Para eliminarlas resulta que nos llevamos la playa y para evitarlas (que no dan calambre) tan solo hay que caminar un poco más, hasta dar con la parte (a menudo alejada de los parkings) donde abunda el agua limpia y cristalina con la que soñamos todos. Gracias, y todo hay que decirlo, a que existe esta fanerógama marina protegida.

Es Trenc El Playólogo/Maremecum

El parking es cierto que es de pago, pero permite aparcar cerca si madrugas. ¿Y los chiringuitos? Pues sí, puede que sean pocos y que los servicios que brindan estén desbordados, pero aún existen los táper y las neveritas...

Es lo que tiene ser “la mejor playa de Mallorca”. Que todo es relativo. Puedes conocer todos sus secretos y cómo evitar las malas experiencias en mi otra web. ¿Te apetece?

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