Un nuevo vecino se ha instalado en Mallorca y su intención es quedarse. Se trata de un vecino tan desconocido como incómodo y peligroso. Acostumbrado a vivir de noche, no resulta fácil verle, pero ya se ha constatado su presencia. Destrozos en gallineros o en árboles frutales son la huella que ha dejado en algunas fincas de la isla. De aproximadamente cincuenta centímetros de altura, pelaje oscuro y habilidosas garras, el nuevo vecino mallorquín es el procyon lotor en su denominación científica, más conocido como mapache.

Pese a su inofensiva imagen y pequeño tamaño, el mapache en Mallorca resulta todo un depredador. Omnívoro, come desde frutas, restos de comida que busca en la basura, hasta otros animales, cosa que supone un problema. Mide poco más de medio metro y sólo pesa cerca de cuatro kilos, pero ese tamaño le basta para duplicar la dimensión de cualquier otro depredador de la zona. No hay en Mallorca ningún animal que pueda hacerle frente, y con un ritmo de reproducción de hasta cinco crías al año puede llegar a multiplicar considerablemente su presencia en los próximos años. En la actualidad hay contabilizados una veintena de individuos de esta especie en la isla, pero, si no se le da caza, en poco más de tres años puede llegar al centenar, y eso preocupa, y mucho, a los responsables de la administración autonómica.

Desde el servicio de Control de Especies del Consorcio para la Recuperación de la Fauna en Balears (Cofib), dependiente de la Conselleria de Agricultura, Territorio y Medio Ambiente, calculan esa veintena de mapaches en la isla, localizados en la zona oeste de la Serra de Tramuntana, en los municipios de Esporles, Puigpunyent, Banyalbufar y Estellencs. En los últimos ocho años al Cofib han entrado 32 mapaches, de ellos, nueve entregados por particulares, siete encontrados deambulando en carreteras y dieciséis atrapados mediante trampas. Respecto al año pasado el número de avistamientos de esta especie y de capturas ha aumentado. En 2012 tan solo se capturaron dos, en lo que llevamos de 2013 van más de diez y desde el Cofib alertan del riesgo de la presencia de esta especie invasora.

"El mapache frente a las especies que hay en la Serra es como un tigre de quinientos kilos en la sabana", explica Víctor Colomar, responsable de Control de Especies del Cofib. "Nos da miedo su presencia, es un animal que busca las zonas húmedas, como los torrentes, y quien puede estar en peligro es el ferreret", alerta. El mapache, especie propia de norteamérica, es un animal nocturno y un carnívoro no especialista.

Además de reptiles y anfibios, puede asaltar nidos de aves para comerse sus huevos o incluso comer conejos de pequeñas dimensiones. Precisamente, en cómo afecta la presencia de mapaches a los conejos, es en lo que se ha centrado un estudio desarrollado este verano en Mallorca por dos investigadoras zoólogas, Ana Piñeiro y Leire Ruíz, de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Universidad de Córdoba respectivamente. La investigación pretende concretar qué pueden llegar a comer estos animales. No tienen conclusiones aún del estudio, pero Ruíz tiene claro que "los mapaches son animales muy versátiles que aunque no son peligrosos frente a los humanos son verdaderos depredadores". La investigadora cree que ante estos animales, todo apunta a que los conejos son otra especie autóctona de las que están en peligro.

Sin embargo, ante la presencia de personas, Colomar señala que lo habitual es que estos animales se asusten, aunque eso no significa que "si alguien lleva un perro no pueda haber una pelea y una respuestas agresiva del mapache, o que incluso si alguien encuentra uno en un gallinero, éste al verse acorralado pueda intentar morder". De todos modos, estos animales tienen un riesgo más importante para los humanos. "Los mapaches pueden llevar un parásito peligroso para las personas", apunta Colomar.

Se le ha declarado la guerra

La hipótesis de la llegada de los mapaches a Mallorca es que pudieron llegar como mascotas y que al crecer y volverse indomesticables se escaparan o fueran puestos en libertad por las familias que los acogían. La zoóloga Leire Ruíz recuerda que hubo una época en que "se puso de moda tener mascotas exóticas", y que el mapache era un animal que por su afable apariencia algunas familias adoptaban, aunque luego debían soltar. Mallorca no es el primer lugar de España donde se ha instalado este incómodo vecino. El Parque Regional del Sureste en Madrid o el Parque Natural de Doñana en Andalucía son zonas que también han notado la presencia de este mamífero norteamericano, en cualquier caso, siempre peligroso para las especies autóctonas de cada lugar.

El mapache está catalogado como Especie Exótica Invasora de Erradicación Urgente por el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, la misma catalogación que recibe el picudo rojo, el escarabajo que mata las palmeras en la isla devorándolas desde el interior del tronco. Por ello y por todos los riesgos que conlleva este animal, el área de Control de Especies del Cofib le ha declarado la guerra. El plan, financiado por el Fondo de Garantía Agraria y Pesquera de Balears (FOGAIBA), contempla su captura mediante la instalación de jaulas y de cámaras que se activan con sensores de movimiento para poder localizarles. En los últimos ocho años, mediante esta técnica han llegado al Cofib hasta dieciséis individuos. Víctor Colomar recuerda que este organismo es el único que los puede coger. "Si un particular encuentra uno de estos animales no lo puede adoptar. Deben traérnoslo", informa. "Para acoger uno de estos animales como mascotas deben pedir una autorización para que se pueda controlar su presencia", añade.

Aprender a identificarlos

En este sentido, desde el Cofib señalan que es muy importante para poder luchar contra estos mamíferos que los vecinos de las zonas donde viven avisen al organismo si los avistan o si perciben su paso por sus fincas, como es el caso de desperfectos en gallineros o en huertos. A partir del aviso, el área de Control de Especies inicia la investigación en la zona, para una vez constatada su presencia tomar medidas. Por eso, Colomar insta a la gente a "que se informe, y que aprendan a distinguirlos" de especies autóctonas como la marta, muy similar a la comadreja, o la jineta, ambos mamíferos también omnívoros pero más pequeños que el mamífero norteamericano. Tanto la marta como la jineta son animales pequeños, de entre 20 y 25 centímetros de longitud sin contarles la cola y de entre el kilo y medio y los dos kilos. Por su parte el mapache duplica el tamaño de estas dos especies. Puede medir más de 50 centímetros y llega a pesar en torno a cuatro kilos. El objetivo es dar caza a los mapaches y erradicar su presencia en la isla. La previsión del Cofib es que se les pueda controlar y que en los próximos años se reduzcan. "Esperamos que pase como con el coatí. Su presencia fue aumentando hasta que hubo un punto de inflexión y bajó considerablemente. El proceso siempre es el mismo, primero hay que localizarlo, luego aprender cómo capturarlo y finalmente actuar", relata desde Control de Especies Víctor Colomar.

La segunda etapa ha sido superada y ahora toca intervenir. El Cofib sigue trabajando para erradicar la presencia de este mamífero. Pero mientras su labor ve resultados, Mallorca seguirá contando con este nuevo vecino, de apariencia tan inofensiva y apacible como de presencia incómoda y peligrosa. Es probable que siga habiendo gallineros asaltados, plantas frutales destrozadas y especies depredadas. Cuando se pone el sol y llega la noche, escurridizo entre la vegetación y hábil entre las ramas, este pequeño animal, sin nadie que le haga frente, se convierte en el depredador de la Serra de Tramuntana.

El mapache se ha instalado en la isla y su intención es quedarse.