Francisca Perpinyà: «Cuando vi el libro pensé: ¡Pero si esto es lo que contaba mamá!»

Francisca Perpinyà habla de la peripecia de sus abuelos y su madre y «un regreso cruel» a la isla

Vicenç Font y Rosa Badenes, sentados, en Masnou.

Vicenç Font y Rosa Badenes, sentados, en Masnou. / ‘OLÍMPICS POPULARS’

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

«Es una historia que solo se ha contado en la familia, por eso valoro tanto el libro de Pau [Tomàs]. Parecía que el viaje a Barcelona duraría unos días, pero tuvieron que quedarse tres años. Por suerte mi abuelo era fundidor, un perfil muy demandado entonces, y se empleó en una fundición en la que fabricaban material de guerra. Y mi abuela era bordadora, encontró trabajo en una casa de bordado de Barcelona y daba clases a las chicas del pueblo en el que estaban, Masnou», explica Francisca Perpinyà, que también ofrece su testimonio en ‘Olímpics Populars’.

Es nieta de Vicenç Font y Rosa Badenas, dos de los mallorquines que embarcaron rumbo a las Olimpiadas populares horas antes de que estallara el golpe de Estado junto con la que sería su madre. «Salieron con mucha alegría e ilusión pensando en que iban a hacer una excursión, pero para mi familia acabó siendo fulminante. Dejaron aquí a un hijo que iba a entrar en la Escuela Naval. Además de la casa y el taller de mi abuelo, y el regreso fue cruel», recuerda Perpinyà.

La familia, del barrio de Santa Catalina, «simpatizaba con las izquierdas, pero no tuvieron carnet ni una militancia», señala. «Esta historia solo se había contado en el entorno familiar. Mi madre contaba que había ido a unas olimpiadas en Barcelona, un episodio desconocido porque se había silenciado. Cuando vi que se había publicado el primer libro [‘Els mallorquins a l’Olimpíada que no fou] pensé: ¡Pero si esto es lo que contaba mamá! Yo y otros agradecimos a Pau [Tomàs] que lo publicara porque esto es lo que nos habían contado en casa. Y ha puesto voz a toda esta gente», agradece la nieta de Víctor Font y Rosa Badenas.

Aunque la estancia en Barcelona fue llevadera, «el regreso a Mallorca fue devastador», relata. «Habían seguido pagando el alquiler de la casa, pero se encontraron los muebles en una cochería. Todo lo que había en el taller de fundición estaba fuera, y tuvo que empezar de cero. Durante la guerra ganaron dinero y lo fueron ahorrando, pero al volver se dieron cuenta de que la mayoría del dinero era republicano y no era válido», destaca Perpinyà.

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