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Activista por los derechos humanos
Entrevista

Helena Maleno Garzón: «Con la crisis de Ucrania se ha visto claramente el racismo en Europa»

La activista Helena Maleno recala en Mallorca por su nombramiento como doctora ‘honoris causa’ de la UIB

La activista Helena Maleno, también periodista, investigadora y doctora ‘honoris causa’ en la UIB. A.COSTA/UIB

Activista, defensora de los derechos humanos, periodista, investigadora y fundadora del colectivo Caminando Fronteras. Helena Maleno (El Ejido, 1970) ha dedicado su vida a luchar por los derechos de las personas migrantes. Con su labor ha llegado hasta Mallorca, donde la UIB la ha nombrado doctora honoris causa por su trayectoria, volcada en combatir el «negocio de la esclavitud contemporánea». Su larga trayectoria en defensa de los migrantes ha pasado por países como Nigeria, Colombia, Alemania, Dinamarca, Francia o Marruecos. Hace dos décadas que trabaja en la frontera sur de España, donde denuncia las vulneraciones de los derechos de las personas por parte de las autoridades.

¿Cómo valora la política migratoria de Baleares, una de las principales puertas de entrada de refugiados a España?

Baleares ha sido históricamente tierra de migraciones, y ahora lo es de acogida, sobre todo del sur. De hecho, ahora estoy trabajando en una investigación con el Fons Menorquí de Cooperació para ver qué sucede realmente en Argelia. Sin embargo, a veces hemos alertado de pateras que cogieron esta ruta y finalmente desaparecieron, y Salvamento Marítimo no activó la búsqueda. También sabemos que el Govern está trabajando en un protocolo de atención para los migrantes. Eso es lo importante, desarrollar protocolos enfocados a los derechos humanos y en los que se facilite el asilo. Y en ese sentido hay un agujero negro en todas las islas, desde Baleares, Canarias o Lesbos.

En el archipiélago también hay muchos movimientos migratorios del norte de Europa. ¿Son turistas o inmigrantes?

La sociedad llama turistas a los que vienen del norte e inmigrantes a los que vienen del sur. En el lenguaje hay aporofobia y racismo. De hecho, la Europa racista ha sido el constructo para justificar las muertes en las fronteras y el negocio de control migratorio basado en la militarización. Y con la crisis de Ucrania, por ejemplo, se ha visto claramente. Pero ahora tenemos una oportunidad para poner sobre la mesa ese racismo institucional.

El lunes pidió evitar que se creen refugiados «de primera» y «de segunda». ¿Cree que eso ya está pasando en Mallorca?

Sí, se ve en las instituciones, y también en la solidaridad colectiva. Los ucranianos van a disfrutar de procedimientos administrativos cortos y garantistas del derecho al asilo. Nosotros peleamos hace más de 30 años por esas fórmulas para los refugiados del sur, y todavía no lo hemos conseguido. Hasta hace unos días, traer a gente y moverla por Europa era tráfico de personas. Ahora se llama solidaridad. La crisis de Ucrania nos tiene que enseñar las buenas prácticas para garantizar los derechos de todos los refugiados, vengan de donde vengan.

El Consell de Mallorca ha pedido canalizar las acogidas por las vías oficiales. ¿Es correcto institucionalizar la solidaridad?

En las fronteras ya se han detectado redes de trata camufladas entre los convoys humanitarios. Es una realidad. Y los refugiados tienen que tener garantías institucionales que también servirán cuando lleguen aquí. Aunque se queden en casa de un particular, necesitan tener acceso a la educación, salud, etc.

Hay un sector en la isla que asegura que los inmigrantes magrebíes traen consigo una mayor criminalidad. ¿Qué respondería?

¿Qué es exactamente la criminalidad? Yo he visto imágenes en Mallorca con turistas en las calles borrachos y consumiendo drogas. También se les ve hacer uso de los servicios de trata de mujeres, molestan a los vecinos y suben el precio de la vivienda. ¿Todo ese impacto no es criminalidad? No me gustaría tener ese tipo de turismo, aunque sean personas rubias y con ojos azules.

Para usted han llegado a pedir la cadena perpetua por defender a los migrantes. ¿Cuándo ha pasado más miedo?

Sentí mucho miedo cuando me deportaron a España y mi hija se quedó al otro lado. A las defensoras nos amenazan a través de nuestra familia y nuestra sexualidad, saben qué es lo que más miedo nos da.

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