«El lugar de Aguiló es el lugar del intelectual». La conversación entre el expolítico Ramon Aguiló y el escritor José Carlos Llop fue un intercambio constante de impresiones y reflexiones acerca del presente, el pasado y el futuro. El nuevo libro de Aguiló era una excusa para tratar temas comunes y dar rienda suelta a la inteligencia de ambos, para acabar trazando algunas líneas de pensamiento interesantes.

Llop reivindicó la «transversalidad» del expolítico convertido en escritor porque «no deja indiferente a nadie» con cada uno de sus artículos. Cree que una de las virtudes de Aguiló es estar «alejado de sondeos, estadísticas y estrategias publicitarias», un hecho que le posibilita el pensamiento autónomo y la reflexión pausada, que encuentran en sus artículos en Diario de Mallorca su expresión más refinada.

Ambos hicieron referencias al «sectarismo» que vive la sociedad actual a causa de haber acabado en un panorama en el que hay pocas «personas cabales». Aguiló afirmó que dentro de la política solo te encuentras «filisteísmo» y reivindicó la función social de la Constitución Española porque «no era perfecta, pero funcionó porque esa generación estaba comprometida con unos valores que la posibilitaban».

Aludiendo a la anterior intervención del exalcalde de Palma, Llop argumentó que las nuevas generaciones «no han sabido continuarlo» porque ha habido un «fallo en la transmisión de la memoria social». Además, aprovechó para preguntarle si cree que el análisis político en los medios de comunicación sirve a los partidos políticos. La respuesta de Aguiló fue contundente: «No, para nada».

«No existe ningún lugar donde los partidos sean instituciones prístinas, todos tienen y generan problemas», añadió el columnista. Por ello, denunció que la función de la política se ha «perturbado» ya que los que entran en política deberían «resolver primero sus problemas personales para poder hacerlo con los de los demás».

El público disfrutó de la velada organizada por el Foro Bellver. | B.RAMON

Avanzada la conversación, Llop cambió de tema e incidió en la importancia de la cultura en las sociedades. Desde su punto de vista, esta ha funcionado en dos vías en las últimas décadas: como herramienta de lucha y como elemento para vestir, «de brillibrilli». Aguiló repitió que en los años 80 las instituciones no entendían la cultura como un «elemento de poder».

Llop reivindicó que la alta cultura «la hacen las personas, no las agrupaciones» y recordó la «ejemplaridad» del Estado francés en este ámbito. «En la política cultural hay un intervencionismo excesivo, muchos han aprendido cómo aprovechar el término cultura para vivir y han hecho daño a la cultura real», matizó el novelista.

En los instantes finales del diálogo, ambos hablaron sobre el periodismo y la escritura en medios de comunicación. Aguiló afirmó que escribir en un medio es «una responsabilidad enorme». Llop fue más allá y habló de «periodismo como poder sin responsabilidad» y de «sadismo de los acontecimientos», en palabras del escritor francés Céline: «La prensa y el poder político siempre han sido hermanos que se retroalimentan».