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Informe

Los pescadores de Baleares defienden la técnica del arrastre para garantizar el producto fresco

La Federación Balear de Cofradías advierte de que los denostados arrastreros desembarcan el 70% del total de capturas en el archipiélago - Los pescadores de las islas rechazan la reducción de capturas de gamba roja que plantea la Unión Europea

Los pescadores profesionales están viendo cómo su actividad laboral se reduce año tras año con el argumento de proteger el medio marino. La pesca de arrastre, en concreto, una modalidad cada vez más residual en el archipiélago balear, concentra todas las críticas de las organizaciones ecologistas y ante ellas el secretario general de la Federació Balear de Confraries de Pescadors, Antoni Garau, contrapone que es la responsable del desembarco del 70% de las capturas totales de las islas y que, sin ella, los pescados de las embarcaciones de artes menores carecerían de «mercado» en el que ser comercializados.

«Si queremos consumir pescado balear de una calidad y frescura inmejorables, tenemos que tener pesca de arrastre», subraya el responsable federativo.

En la actualidad faenan en Balears un total de 311 embarcaciones de pesca profesionales que emplean a unos 550 pescadores en los meses de verano de mayor demanda y a unos 470 en los periodos invernales, revela el secretario general.

Antoni Garau, secretario general de la Federación balear.

«Hoy en día hay 32 barcas de arrastre (5 con base en Andratx, 3 en Palma, 2 en Sóller, 3 en Alcúdia, 4 en Santanyí, otras 4 en Cala Rajada y 1 en Portocoloma además de otras cuatro en Eivissa y Formentera y 6 en Menorca), 5 de cerco, todas ellas dedicadas a la sardina y al boquerón y pertenecientes a la cofradía de Palma, mientras que el resto se dedica a artes menores. Hay de todo, de palangre, trasmallo, llampugueras, jonquilleras....», recuenta Garau, que completa su análisis del sector revelando que desembarcan en torno a las 2.700 toneladas de pescado cada temporada que les permite facturar cantidades superiores a los 23 millones de euros.

Garau destaca que en estos momentos hay 659.000 hectáreas marinas protegidas en el denominado Mar Balear. Esta superficie, acota, engloba todas las áreas marinas protegidas que incluirían las reservas, el parque nacional de Cabrera con su ampliación y las 138.000 hectáreas preservadas en el canal de Menorca que separa a esta última isla de Mallorca.

En estos momentos, son dos los nubarrones que se ciernen sobre la actividad pesquera profesional en las islas. Por un lado, una mayor protección del canal de Menorca con la que la Federació de Confraries ni mucho menos está de acuerdo.

La UE quiere limitar a 800 toneladas anuales las capturas de gamba roja en el Mediterráneo español para 2022

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«Un proyecto financiado por la UE, el Life Indemares, cartografió el canal de Menorca en 2014 y determinó que había fondos coralígenos y de Maërl que había que proteger de la actividad de arrastre. En estos momentos está protegido en torno al 25%-30% del canal de Menorca, unas 138.000 hectáreas. Pero el año que viene el ministerio de Medio Ambiente debe negociar con todos los sectores implicados un nuevo plan de gestión del LIC (Lugar de Importancia Comunitaria) que debe entrar en vigor en 2023 y en el que, previsiblemente, se incrementará el área protegida», anticipa Garau deplorando que, aún antes de esta previsible ampliación de las zonas vedadas a la pesca, del canal de Menorca las redes de los arrastreros extraen el 15% de las capturas totales de la flota balear.

Embarcación de Artes Menores en Eivissa.

El responsable de las Confraries de Pesca no entiende los furibundos ataques que la que es objeto la pesca de arrastre. Una modalidad que podría ser mucho más respetuosa con los fondos marinos si los arrastreros de Balears contaran con presupuesto y financiación para las nuevas artes que permiten faenar con las puertas suspendidas sobre los lechos marinos y, por tanto, causando menor destrozo. «Pero instalar estas artes en un arrastrero cuesta entre 60.000 y 70.000 euros, una cantidad inasumible para la mayoría de los patrones. Al final, casi todo es un problema de dinero», concluye.

El segundo nubarrón que amenaza la supervivencia del sector pesquero balear amenaza a su producto estrella: la gamba roja que se pesca en los caladeros de Sóller.

Estos días está habiendo en Bruselas una reunión de los ministros de Pesca de la UE que se prolongará hasta mañana día 13, jornada que el sector pesquero planteó protestar para, de esta manera, conseguir que el representante español se muestre más reivindicativo si manifiestan notoriamente su malestar.

Porque, explica Garau, la intención de Bruselas es establecer un máximo de capturas de 800 toneladas anuales de gamba roja para todo el Mediterráneo español ya en 2022. «Para hacerse una idea de la ridiculez de la propuesta basta decir que en estas aguas faenan un total de 590 arrastreros, incluidos los 20 o 22 que lo hacen en el Mar Balear y que, por sí solos, ya desembarcan entre 80 y 110 toneladas de gamba anuales», ilustra con una sencilla cuenta el secretario general de las cofradías que revela que en Balears solo se dedican a la gamba embarcaciones de Menorca y Mallorca, que los caladeros de Eivissa y Formentera son explotados por pesqueros alicantinos, no por los de las Pitiüses.

Sin paros mañana

Tras no alcanzarse el consenso, mañana finalmente no habrá paros en el Mediterráneo protesta contra las restricciones europeas. Garau traslada la división al respecto en el seno de la flota pesquera balear. «La cosa ha estado al cincuenta por ciento entre los que querían parar y los que no. El sector pesquero está muy desencantado y muchos defendieron que no serviría para nada. Además, llevamos más de un mes sin poder salir a faenar encadenando un temporal tras otro sin calmas intermedias», se lamenta.

Pesca turismo rentable para barcas de artes menores

Garau admite que la alternativa de llevar a turistas en las barcas de pesca ha defraudado las expectativas generadas. «Creo que será una opción rentable en un par de años para diez o doce embarcaciones de artes menores de pequeñas dimensiones, con esloras de entre 9 y 12 metros. Pero hay que invertir dinero para hacer más seguras estas barcas con barandillas, tener chalecos salvavidas y, sobre todo, un baño a bordo», supedita. Garau explica que tras el confinamiento y las ganas de disfrutar de la vida que ha traído consigo la pandemia unido a la reapertura de los restaurantes ha provocado que los pescados más cotizados «se hayan vendido como nunca. La langosta, cuya temporada acabó el pasado 31 de agosto, ha concluido con 48,9 toneladas de capturas y muy buenos precios». Los últimos temporales, continuos y sin tregua, han dejado atracada a la flota de artes menores y ha malogrado el final de la temporada de llampuga», lamenta.

Tensa relación con Oceana

El sector balear está viendo que mientras su actividad merma sin parar, Mallorca se está convirtiendo en un «laboratorio» en el que se están instalando muchas organizaciones ecologistas marinas «porque aquí se vive muy bien», dice Garau, que puntualiza que mantienen buena relación con casi todas excepto con Oceana, «con la que no nos podemos sentar a negociar».

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