Mientras la población de Mallorca se incrementa anualmente, marcando récord tras récord, la proporción de habitantes extranjeros empadronados en la isla mantuvo también una tendencia al alza desde 2016, con un aumento del 2,14% en los siguientes tres años. Así, la cifra ha estado creciendo a un ritmo más rápido que la población total, situándose en 2019 en los 165.863 habitantes foráneos, un 7,34% más que el año anterior, y representando así el 18,18% del total de personas de Mallorca. Estas son las últimas cifras oficiales del padrón que muestra la fotografía del año 2019, según datos del Institut d’Estadística de Balears (Ibestat), por lo que se debe tener en cuenta las posibles variaciones del año de la pandemia.
Aunque es un porcentaje importante, el máximo histórico de esta proporción es el 21,63% del 2009, cuando la crisis económica se agudizaba. «A principios de siglo hubo una llegada importante de inmigrantes latinoamericanos asociados sobre todo a la construcción, y se llegó a un momento en el que tocamos techo con la crisis del 2008. A partir de ahí se fue suavizando, pero vuelve a crecer en estos últimos años», explica Pere Salvà, catedrático de Geografía Humana.
Además, recuerda Salvà, a la crisis económica se sumó la decisión del gobierno de Mariano Rajoy, que en 2013 obligó a los residentes a declarar todos sus bienes, aunque se encontraran en el extranjero. El resultado fue que en tres años se ‘desempadronaron’ 42.000 foráneos solo en Mallorca, pero desde el 2016 se han incrementado en 26.500 personas.
Subida en el 90% de municipios
Del 2018 al 2019, según los padrones del Ibestat, la población extranjera aumentó en el 90% de los municipios de Mallorca: solo disminuyó en Consell, Costitx, Mancor de la Vall, Puigpunyent y Santa Margalida, aunque no fue una bajada considerable, ya que el caso más acentuado fue el de Consell, con una reducción del 0,56%. Si se mira con más perspectiva, comparándolo con el 2014, son once los territorios donde se redujo la proporción de habitantes foráneos, seis de ellos en la Serra de Tramuntana, aunque en estos cinco años en toda la isla la cifra subió un 1,47%.
La zona costera próxima a la Serra se dibuja como la preferida para la población extranjera, en base a dos perspectivas. Por un lado, Fornalutx (+3,62%), Estellencs (+3,32%) y Alcúdia (+2,5%) son los municipios donde más aumentó la proporción de empadronados nacidos fuera de España en comparación con 2018.
Por otra parte, de los seis territorios de Mallorca en los que los habitantes foráneos suponían más de una cuarta parte de su demografía, cuatro están en esta zona. Aquí repite Alcúdia (25,82%), y se añaden Andratx (25,23%), Calvià (31,97%) y Deià (31,9%), y finalmente están ses Salines (28,63%) y Santanyí (28%).
Si se mira por países de origen, los marroquíes son los más numerosos en Mallorca, con el 13,39% del total de extranjeros -algo más de 22.000 personas-, seguidos de los alemanes (9,6%) e italianos (7,97%). Mención aparte merecen los nacidos en Colombia, que en cuestión de un año su cifra se incrementó un 34%, pasando de las 7.500 personas en 2018 a las algo más de 10.000 del año siguiente.
En este aspecto, la Serra de Tramuntana se diferencia otra vez del resto de la isla. En todos sus municipios las tres nacionalidades más representativas de su población extranjera son europeas. A excepción de Escorca, donde los rumanos son los más numerosos -un 28% del total de foráneos-, los otros territorios tienen un mayor peso de alemanes, franceses, británicos o italianos.
En cambio, en el caso de Palma, es Raiguer, es Pla, Migjorn y Llevant hay más representatividad de inmigrantes africanos -marroquíes sobre todo y en menor proporción senegaleses- y sudamericanos -básicamente colombianos y argentinos-. De hecho, los originarios de Marruecos son los líderes de población extranjera en 21 municipios de Mallorca, por los 19 de Alemania.
Beneficios y peligros
Salvà destaca que los inmigrantes venidos a la isla, menos los ingleses y alemanes, con motivos más residenciales mayoritariamente, suelen acelerar la natalidad y fomentar el consumo, por lo que ayudan a la estabilidad del sistema laboral. «Sin embargo, en municipios como Deià buscan paisaje y punto. Si las políticas de integración no funcionan, los europeos pagan mucho más por las casas, provocan el aumento de los precios de la vivienda, los locales se tienen que marchar y hay un colapso, es el efecto de la gentrificación. En Deià, ese 31,9% supone un impacto importante», finaliza el catedrático de Geografía Humana.
