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Boulevard | A este ritmo, habrá que confinar a un millón de turistas

Josep Manchado, director de Medio Ambiente del Consell: «A más de uno le caerá el pelo por este encierro de menores sin su consentimiento, es muy grave»; el Pacto debería aclarar su postura

Mallorca da una bienvenida quizás excesiva a sus visitantes, que no se sienten obligados a responder de la misma manera. Este cartel saluda amablemente a los paseantes de s’Horta, pero sigamos insultando a los viajes de estudios.

Tras la negativa de Australia a recibir a británicos, Mallorca no es el único destino autorizado por Londres, sino el único que se atreve a acoger a los ingleses. A cambio, el Govern se ha impuesto unos criterios muy exigentes de encierros por covid. Al ritmo actual, le obligarán a enchironar a un millón de turistas en el hotel Bellver. Ni el castillo-prisión del mismo nombre podría acoger ese contingente de sospechosos, el término confinamiento adquirirá su pleno significado. Y como ya ha ocurrido al mezclar a sanos y enfermos, nadie abandonará el hotel sin su PCR positiva.

El cálculo es sencillo. Se pretende alcanzar esta temporada los diez millones de turistas, el sesenta por ciento de 2019. La tasa de positividad del viernes en Balears superó el siete por ciento, setecientos mil visitantes contagiados. Si sumamos a sus contactos estrechos, en realidad contactos amplios según el criterio de la conselleria, nos pasamos del millón a confinar. El epidemiólogo de guardia nos corregirá aquí que los turistas llegan con un test negativo. En efecto, igual que los jóvenes en viaje de estudios contagiados masivamente.

En los prospectos de los viajes de estudios satanizados no figura imagen alguna de la Catedral, de la Fundación Miró ni del castillo de Bellver. Esta sospechosa supresión de reclamos culturales, detectable con un vulgar teléfono móvil, no inmutó a las autoridades. Los viajes gozaron de la complicidad del Govern, porque es insoportable la alternativa de que no se enteró. El truco consistía en no dejarlos entrar, no en evitar que regresaran. Aquí no se discute quién tiene razón, sino quién paga las facturas.

El Bellver ha sido mas dañino para la imagen de Mallorca que el turismo basura. Titulares demoledores como «El macrobrote de Mallorca obliga al cierre de todo el ocio nocturno en Pontevedra», supondrán el éxtasis de los talibanes autóctonos que suspiraban por exportar las restricciones mallorquinas, que se pregonaban como las más duras del mundo y que también han sido las más inútiles a juzgar por el ritmo actual de contagios. Los negacionistas son unos payasos, los realmente contagiosos y peligrosos son los afirmacionistas. Pensaron que los adolescentes forasteros eran tan sumisos como los nativos, su torpeza nos ha convertido en apestados y en el hazmerreír de España. Suerte que Novak Djokovic pronunció en Santa Ponça un maravillado «in this amazing island», porque Mallorca lo aguanta todo.

Abundan los desertores, en el seno del propio Pacto de Progreso. A raíz del cese fulminante de Serafín Carballo por no vacunarse, se han registrado carreras de altos cargos del Govern a inyectarse. Ataques de nervios entre jefes de gabinete y secretarios generales que no habían repasado la lista de inmunizados de sus departamentos, un aluvión de citas previas de vacunación para dirigentes políticos.

Tampoco hay unanimidad respecto al Bellver. El director insular de Medio Ambiente del Consell de Mallorca se llama Josep Manchado. Con motivo del encierro masivo de estudiantes publicó un post en su Facebook, donde la imagen de las tres musas adolescentes del confinamiento coronaba la leyenda «A más de uno le caerá el pelo por este encierro de menores sin su consentimiento, es muy grave». No la busque hoy, porque ha desaparecido misteriosamente, aunque guardo una copia primorosa para coleccionistas. El Pacto debería aclarar su postura, y le toca al vicepresidente Yllanes explicar a qué juega Podemos con la pandemia. La única certeza es que si Manchado militara en Més, ya habría sido destituido.

Una semana atrás estuve en Formentera como todos los mallorquines, y allí pude ver a Maria Antònia Munar, dispuesta a reintegrarse en la vida local. En la imagen que hoy nos ilustra, se recoge una estampa obtenida en mi paseo dominical por s’Horta. Un terrateniente de importación nos advierte desde la puerta de su mansión de que «Esta casa está protegida por DIOS y una GLOCK. Entra sin permiso y conocerás a ambos». Adjunta una ilustración aclaratoria de la pistola austriaca. Mallorca da una bienvenida quizás excesiva a sus visitantes, que no siempre se sienten obligados a responder con la misma galantería. Con estos no se mete nadie, así que sigamos insultando a los viajes de estudio.

Reflexión dominical inmunizada: «Si vendes vacunas, la continuidad de la plaga es una bendición comercial».

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