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La vacunación no covid de niños en Baleares: Cae un 40% la cobertura de la varicela o el sarampión al no poder ir al pediatra

Hasta septiembre solo se vacunó a los menores de tres años y hay que recuperar las inmunizaciones de recuerdo

La covid-19 también ha descabalado el calendario oficial de vacunación infantil. EUROPA PRESS

Resulta cuando menos paradójico que estas mismas autoridades sanitarias que animan a la ciudadanía a vacunarse contra la covid-19 hayan permitido que los ritmos de inmunización previstos en el calendario vacunal público para la población infantil balear sí se hayan visto afectados por la pandemia.

Y es que según denuncia Marianna Mambié, presidenta de la Asociación de Pediatras de Atención Primaria de Balears (ApapIB), la cobertura vacunal contra la varicela ha caído un 40% durante esta crisis sanitaria, descenso similar que ha sufrido también la inoculación de la vacuna triple vírica que preserva a la población infantil desde los doce meses de edad contra tres enfermedades: el sarampión, las paperas y la rubéola.

«La Gerencia de Atención Primaria (GAP) de Mallorca diseñó un plan de restricciones para acceder a los centros de salud que no tuvo en cuenta la asistencia pediátrica. Así, desde el confinamiento hasta el pasado mes de septiembre tan solo atendimos el programa de salud infantil (las revisiones periódicas que se realizan al recién nacido durante su primer año de vida) y las vacunaciones incluidas dentro del calendario oficial (financiadas por el Servei de Salut) hasta los tres años de edad», explica Mambié.

Problemas visuales, escoliosis

«Las revisiones del primer año de vida», continúa la presidenta de ApapIB, «te permiten detectar en los bebés problemas visuales, escoliosis (curvatura anormal de la columna vertebral) o trastornos de hiperactividad, por ejemplo. Pues bien, si normalmente vemos entre tres y cuatro veces a cada niño durante su primer año de vida, a los recién nacidos durante esta pandemia los hemos visitado a los dos meses y luego no los hemos vuelto a ver hasta seis u ocho meses después», lamenta.

Atribuye la pediatra buena parte de la responsabilidad de este absentismo al «miedo de los padres a acudir a los centros de salud» durante los primeros momentos de la pandemia.

«Por este motivo se quedaron muchas revisiones del primer año sin hacer», deplora la experta temiendo las consecuencias futuras que puedan acarrear estas inasistencias y esta falta de controles en los primeros meses de la vida de un bebé.

Volviendo al maltrecho calendario vacunal oficial, Mambié recuerda que la primera dosis de la triple vírica se pone a los doce meses de edad mientras que para proteger a los más menudos contra la varicela se empieza a los quince. «Estas se pusieron si los padres llamaban a sus pediatras pero creemos que muchas de estas dosis no se han puesto cuando tocaban», denuncia.

Aparte de estos déficits provocados por el temor al contagio con el virus pandémico, se han producido otros estructurales a consecuencia de la decisión de suspender la vacunación de los pacientes mayores de tres años durante esta crisis.

Así, en 2020 se habría dejado de poner los refuerzos de las dos vacunas citadas (triple vírica y varicela) que son preceptivos a partir de los tres años, así como el recuerdo a los seis años contra la difteria, tétanos, tos ferina y polio.

Papiloma humano, meningitis

O la vacunación a los doce años de edad contra el virus del papiloma humano (VPH, causante del cáncer de cuello de útero) y la de la última vacuna incluida en el calendario público por parte del Sistema Nacional de Salud: el fármaco contra la meningitis conjugada ACWY (ver recuadro). Y, ya para terminar, tampoco se dosificó el último recuerdo contra la varicela que se pone también a esa edad.

«El pasado mes de septiembre se hizo un llamamiento para recuperar a los menores no vacunados aunque no sé con qué resultado porque no tenemos forma de controlarlo. De la misma manera que carecemos de un registro fiable de coberturas vacunales», denuncia la especialista.

Una presidenta de la APapIB que se muestra muy crítica con la actuación de la Gerencia de Atención Primaria en lo que al trato asistencial dado a los pacientes pediátricos se refiere.

«Desde la Gerencia nos trasladaron que había que restringir la actividad asistencial, pero no se adoptó ninguna medida específica para la atención pediátrica. Y eso nos ha perjudicado mucho porque pese a que hemos retomado en parte nuestra actividad, hemos dejado muchas cosas sin hacer. Y hemos dejado completamente abandonadas todas las iniciativas de prevención y promoción de la salud», admite Marianna Mambié.

Uno de cada cinco, presencial

Sobre cómo trabaja hoy un pediatra en un centro de salud de Mallorca, Mambié se circunscribe a cómo se organizan en el suyo matizando que cada ambulatorio es un mundo que se rige por sus propias normas que se establecen en función de sus recursos humanos y materiales.

«En estos momentos, mi trabajo diario se reparte al 50% entre consultas telefónicas y presenciales. Todos las consultas son inicialmente telefónicas y cada profesional decide a quién debe ver de forma presencial y le cita para que venga al centro de salud. Por norma general, yo suelo citar físicamente a uno de cada cinco pacientes», revela la pediatra.

Las cosas han mejorado desde los meses iniciales de la pandemia cuando, revela Mambié, «tuvimos que resolver las videoconsultas a nivel casero», aunque esta especialista opina que pueden convertirse en una herramienta futura útil siempre y cuando se emplee con los cupos asignados (pacientes habituales) de cada pediatra.

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