En el actual contexto de escasez de vacunas, algunos profesionales sanitarios que ya han pasado la infección han declinado inmunizarse en estos momentos, pese a que efectivamente les tocaba hacerlo, y han decidido voluntariamente ceder sus dosis a otros colectivos más frágiles y vulnerables frente al virus.

Esta renuncia voluntaria se ha dado ya con varios profesionales de Son Espases y forma parte de un debate abierto estos días sobre la conveniencia de no vacunar a los sanitarios que ya han pasado la infección y, por tanto, estarían inmunizados de forma natural contra el coronavirus, para usar las escasas vacunas que están llegando en la inmunización de los colectivos más amenazados.

Una renuncia que además permitiría tener a más personas vacunadas e ir avanzando hacia la ansiada inmunidad de rebaño que permitiría recuperar la actividad económica y la vida de antaño.

La opción de no vacunarse a los sanitarios que ya han pasado la infección ya se planteó, como una opción totalmente voluntaria, en un comité de crisis del hospital de referencia celebrado a finales del pasado mes de enero. En él se informó de esta recomendación recogida en el último informe del ministerio de Sanidad referente a la estrategia de vacunación contra la covid-19.

Menores de 55 años

«Teniendo en cuenta la situación actual de disponibilidad de dosis y la evidencia que continua apareciendo en relación a la duración de la inmunidad tras la infección y la baja frecuencia de casos de reinfección, se podrá posponer la vacunación del personal sanitario de primera línea (grupo 2) y del otro personal sanitario y sociosanitario (grupo 3) hasta que transcurran seis meses de la fecha de diagnóstico. Esta recomendación se realizará preferentemente en las personas de estos grupos menores de 55 años de edad y sin condiciones de riesgo».

Este diario se puso en contacto con el catedrático y director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza, Juan José Badiola, para recabar su opinión sobre esta posibilidad y subrayó que en la actual situación de escasez de vacunas la medida le parecía, cuando menos, «una idea razonable para tener cuanto antes posible a un mayor número de personas inmunizadas».

«A los sanitarios que ya han pasado la infección habría que hacerles un test de anticuerpos y si se le detectaran tasas de inmunoglobulina G altas, entonces estarían suficientemente protegidos y no habría ningún problema en que cedieran sus vacunas a otros colectivos, como por ejemplo los mayores de 65 años que no se hayan contagiado», sugirió el epidemiólogo.

El doctor Jaime Orfila, jefe de sección de Medicina Interna de Son Espases, uno de los servicios más afectados por los contagios en esta pandemia, también consideró como algo «razonable» un retraso en la vacunación de sanitarios que ya han pasado la infección siempre y cuando esta se haya producido recientemente, en un margen de tiempo que situó entre los dos y tres meses.

Eso sí, diferenció de estos últimos a los profesionales contagiados durante la primera fase de la pandemia y que trabajan en primera línea asistencial a los que sí aconsejó vacunarse por la variabilidad del virus.

Por último, también se recabó la opinión sobre este asunto al Colegio de Médicos de Balears (COMIB) cuyo presidente, José Manuel Valverde, se mostró muy tajante al estimar que a los ya infectados «solo se les debe poner la segunda dosis y al final de la cola».