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Boulevard | Baleares paga mil veces más que Valencia por pisos de alquiler social

La vacunación furtiva

de Sebastià Taltavull coloca

el Palacio Episcopal al alcance del primer prelado autóctono; con un obispo mallorquín, estas cosas no se habrían sabido

El presidente Joe Biden sostiene a la Mare de Déu de la ermita mallorquina de Bonany, en la canonización de Fray Junípero Serra.

La singular España debería discutir si Navalni es más valiente que los exiliados republicanos, mientras dicho país vecino se somete al gangsterismo farmacéutico. Son muy valientes para cerrar un bar de barrio, a ver quién le mete mano a los laboratorios feroces, por qué no están ya nacionalizados y se les autoriza el chantaje.

La Generalitat valenciana del socialista Ximo Puig compra pisos para destinarlos a alquiler social, por precios comprendidos entre un euro (no es una errata), 29 euros (no es una errata, una casa de 147 metros cuadrados valorada en 212 mil) , mil euros (98 metros cuadrados con trastero y garaje), y una promoción a 65.000 la unidad («con piscina privada»). Alguna propiedad está gravada con cargas anejas, pero en cantidades llevaderas.

En cambio, el Govern balear compra ocho pisos con idéntica intención benefactora a un precio medio de 113.000 euros la unidad. Todo ello después de una «difícil negociación» según el conseller Marc Pons, y dentro de la operación que supone la puesta en marcha de las adquisiciones para alquiler social. Dado que los buitres tienen el mismo plumaje en ambos países, habremos de reconocer que los valencianos negocian mejor. Más que nada, por no seguir indagando.

Hace solo un domingo nos preguntábamos, «¿todos los prebostes mallorquines van a hacer cola disciplinados en un centro de salud, o habrá dosis VIP para dirigentes?». El vacunante furtivo Sebastià Taltavull se adelantó a nuestro interrogante. Maradona hizo trampa con la mano de Dios y el obispo con el hombro de Dios. No acabo de entender por qué le llaman residencia de la Tercera Edad a un centro donde viven sacerdotes cincuentañeros. Admitiendo que esa profesión desgasta notablemente, asombra la precocidad del envejecimiento sacerdotal.

El papel pionero en la vacunación del episcopado obliga a concluir que Mallorca es España, pero más pronto. Siempre a la vanguardia, el primer obispo vacunado en este país de excepciones sin regla. Y conste que escribo del prelado menorquín con un prejuicio, a su favor según consta en mis abominables obras completas. El ser humano es el único mamífero que nunca se equivoca lo suficiente.

Creíamos haber entendido susurrar a Pedro Sánchez que las vacunas se ajustarían a los protocolos. Debió añadir que «salvo las servidumbres de ordenanza» a clérigos y militares con graduación. Al estilo Vaticano que mide el tiempo en siglos, a Taltavull se le tambalea el capelo cardenalicio, y será destituido en cuanto transcurra el plazo prudencial que se impone la Santa Sede para aparentar que no lee la prensa. Nunca ha sido tan probable que Mallorca disponga de su primer obispo autóctono. Porque con un obispo mallorquín, estas cosas no se sabrían.

Armengol asegura en el Parlament que está en disposición de vacunar a diez millones de mallorquines cada día pero que, vaya por Dios, interrumpe la vacunación por falta de materia prima. Este razonamiento equivale a sostener que la isla dispone de un negocio de medio millón de camas hoteleras pero, válgame Él, carece de turistas para dormirlas.

Andorra investiga la canalización de millones de euros a través del abogado del expresidente mexicano Enrique Peña Nieto y de Raúl Salinas de Gortari, también controvertido hermano de otro presidente del país americano. ¿Y a nosotros que nos importa?, se oye desde las filas de atrás. Será por casualidad que los dos personajes citados hayan visitado con cierta asiduidad Mallorca en los últimos años. En esa descuidada isla fue detenido el pasado noviembre el magnate Alonso Alcira Elizondo, beneficiario de las privatizaciones del presidente Carlos Salinas de Gortari. Si quieres que un guiso político cuadre, solo tienes que añadirle unas gotas de mallorquinidad.

Joe Biden es el presidente estadounidense más comprometido con Mallorca. En la imagen que hoy nos ilustra, el viejo inquilino de la Casa Blanca sostiene a la Mare de Déu de la ermita de Bonany, durante la canonización en 2015 de Fray Junípero Serra. Asistió como vicepresidente en representación de Obama. No le disuadieron las críticas en la California Demócrata a la figura del santo mallorquín.

Reflexión dominical inmune: «Puedes comprar hoy mismo cualquier producto comercial, excepto una vacuna».

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