Una empresaria de la Platja de Palma ha presentado una demanda en los juzgados contra los propietarios del local de un restaurante, a los que acusan de ir aumentando el precio del alquiler, que habían pactado de forma verbal, hasta obligarla a renunciar al negocio. La demandante reclama que se cumpla el acuerdo que alcanzaron y además le pide a los caseros una indemnización de 1,7 millones de euros, en concepto de lucro cesante, ya que es la cantidad que esperaba ingresar por la explotación de este restaurante. La empresaria cuenta a su favor con una sentencia penal que establece que los propietarios del local la coaccionaron con denunciarla ante Hacienda.

El conflicto se centra en el negocio llamado Gran Café Time Out, que está ubicado en una zona privilegiada de la Platja de Palma. Es un negocio que dirigía el padre de la demandante, que debido a una serie de problemas personales, fue abandonando sus responsabilidades al frente del restaurante. Debido a la mala gestión que realizaba en ocasiones dejó de pagar la renta del local.

Según la demanda que firma el abogado Álvaro Martín Olmos, fueron los propios dueños del local los que se pusieron en contacto con la hija del dueño del restaurante. Le propusieron que ella se hiciera cargo del negocio, pero para ello era necesario desahuciar a su padre por falta de pago. Le ofrecieron que ella siguiera pagando la renta, que lo hiciera abonando en «B», con lo cual no figuraría, y mientras tanto se aprovecharía que el padre no estaba pagando el alquiler para instar su desahucio por falta de pago. Con esta maniobra ella pasaría a regentar el restaurante y se lograría salvar el negocio, que era el único sustento de la familia. Al mismo tiempo, los caseros se aseguraban continuar cobrando el alquiler, al tiempo que apartaban del negocio a una persona que no estaba cumpliendo con lo acordado.

La demanda detalla que en este acuerdo se estableció un pago mensual de 3.830 euros por el alquiler de este local de la Platja de Palma. A la empresaria le interesó la propuesta y aceptó la condición económica.

Ambas partes firmaron un precontrato, donde detallaron las condiciones del acuerdo.

Sin embargo, la empresaria afirma que este acuerdo nunca llegó a cumplirse debido a que los caseros fueron aumentando las condiciones económicas, hasta el extremo de que tuvo que renunciar al negocio porque no tenía capacidad para pagar lo que le estaban exigiendo.

Estuvo conforme con los primeros aumentos que le pedían, pero no a la cifra definitiva. Además, también le obligaron a que se hiciera cargo de los atrasos que arrastraba su padre por el impago del alquiler, así como de los gastos que había generado la demanda judicial para desahuciar al titular del negocio.

La empresaria afirma que pese a que los caseros mostraban mucho interés en firmar el contrato de alquiler, cada vez le iban modificando las condiciones. De un precio inicial de 3.800 euros al mes, pasaron a una renta de 5.000 euros. Además, si bien habían acordado que el contrato tendría una duración de diez años, después le indicaron que únicamente se prolongaría durante un año.

Condiciones cambiadas

Y no fueron las únicas condiciones que se modificaron, según sostiene la empresaria, ya que días antes de la fecha prevista para la firma del contrato, los caseros le enviaron un mensaje telefónico, en el que le indicaron que les debía pagar la cantidad de 120.000 euros. Ante tales exigencias la empresaria no tuvo más remedio que renunciar al negocio, que era el único sustento económico que tenía su familia para sobrevivir.

En la demanda se citan una serie de resoluciones judiciales, en las que se establece la obligación de cumplir, no solo los contratos firmados por escrito, sino también los preacuerdos que establecen las dos partes.

La empresaria pretende que el juez obligue a sus caseros a que cumplan lo acordado, aunque ello es complicado porque el negocio lo están explotando otros empresarios. Se sospecha que los dueños del local fueron incrementando las condiciones económicas del alquiler para obligar a la inquilina a renunciar al local, porque posiblemente contaban con otra oferta que les era mucho más rentable.