Un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Sanitaria de Balears (IDISBA) está ultimando un proyecto para fabricar masivamente mascarillas en impresoras 3D. El objetivo es que el archipiélago deje de ser dependiente del exterior para abastecerse de este material que, además, presentará una particularidad: el filtro de las mascarillas estará impregnado con una solución salina que eliminará el virus, al menos en parte.

«Buscamos fabricar un modelo homologado de mascarillas en 3D que, en caso de que fuera necesario, nos permitiera fabricarlas en cantidades suficientes para ser autónomos», explicó ayer en conversación con este diario José Reyes, uno de los responsables de este proyecto junto con los investigadores Pilar Roca, Yolanda González y Bartomeu Alorda.

«Estamos haciendo pruebas de impresión de los modelos candidatos y mientras tanto estamos pendientes de recibir los análisis de los filtros salinizados para comprobar sus capacidades virucidas. Sabemos que el cloruro sódico destruye al coronavirus; pero ahora tenemos que comprobarlo en un laboratorio», valoró Reyes.

Las masacarillas resultantes serían de un material muy parecido al plástico, y con una mayor capacidad de protección frente al virus que las convencionales al incorporar esta novedosa salinización. En este sentido, al equipo de investigadores del IDISBA no le consta que existan productos similares.

«Las mascarillas normales tienen un filtro que atrapa a las partículas sobre las que va montado el virus. En cambio, las que estamos desarrollando no solo bloquearán al virus sino que lo combatirán», ilustró Reyes.

Este científico advirtió de que no vale con echar sal corriente en una mascarilla. «Preparamos una solución salina muy concentrada y con ella impregnamos el filtro. En poco tiempo esperamos tener resultados», destacó.

El estallido de la pandemia en marzo disparó la demanda de mascarillas y dejó en evidencia la escasa capacidad de Balears y del resto de comunidades para abastecerse de este y otros equipamientos básicos. Ese fue el germen del proyecto que está llevando a cabo el IDISBA y que, en caso de que hubiera colaboración con las administraciones públicas, se podría fabricar de manera industrial.

Durante aquellas primeras semanas de confinamiento varios residentes que tenían una impresora 3D en su casa se organizaron para imprimir pantallas y otros elementos para proteger a unos sanitarios que lidiaban con la pandemia con equipos muy precarios.

En esta ocasión también se trata de una iniciativa «altruista», pero con la idea de que el material se fabrique de manera masiva para que alcance tanto a profesionales sanitarios como a la población en general. «Cabría la posibilidad de crear un código abierto que permitiría imprimir sus mascarillas a quien tuviera en su casa una impresora 3D compatible», indicó Reyes.

Si no hay contratiempos, los investigadores esperan poder utilizar este novedoso producto en una hipotética tercera ola.