No hay nada más antagonista al concepto de cuidar y al modelo que representa que las teorías neoliberales de "atención al cliente", concepto individualista asociado a una idea de mercado que trata un negocio de ganancias dependiente de una ley de oferta/demanda y de la capacidad especulativa de cada individuo para resolver una necesidad.

Antagonista porque el concepto "cuidado", alude a una idea de comunidad que se relaciona con la práctica de ayudarnos colectivamente y de la necesidad primaria de protegernos unos a otros para la preservación de la vida y posibilitar a los que más capacidad tienen de atender y ayudar a los que menos pueden, tanto desde la trasmisión de enseñanzas y sabidurías como en la asistencia a las necesidades de lo cotidiano.

Lo opuesto es un paradigma basado en la gestión de los riesgos y en unos intercambios sociales, económicos y simbólicos, desde la óptica de lo personal sobre cualquier otra dimensión solidaria y común, fundamentada en la afirmación del sentido de lo privado, la propiedad y del consumo como rasgo dominante de la identidad, afirmando así que "la capacidad de vivir requiere del triunfo de uno sobre los demás".

Trasladado esto a lo que ha ocurrido a nuestra sociedad y de forma más concreta en las residencias de mayores, podemos observar la propia entropía de donde la atención se dejó en otras manos a cambio de un beneficio económico, exponiendo abierta y crudamente que el objetivo del mercado no es otro que el del beneficio mayor, situándonos ante la necesidad de recuperar el concepto del cuidado como eje vertebral de nuestras actuaciones como comunidad.

Cuando se afecta la esfera de lo público, se modifica la experiencia individual que se traduce muchas veces en coartar el acceso a los bienes y beneficios que representa este ámbito común

Hay una realidad que hay que repensar y es que ahora mismo vivimos en una sociedad que nos obliga a romper cadenas de ayudas, viéndose agravado en el hecho de que son las mujeres en quienes recaen estos roles y que cada vez más deben resolver requerimientos como el del sostén económico.

Todo lo que nos acerca a la construcción de un tejido social fuerte, que protege, colaborativo, contributivo de unos con otros frente a la opción individualista y especulativa, nos lleva hacia modos análogos a los originarios para proteger y cuidar la vida.

Es decir, lo más próximo en el desarrollo a este tejido social contempla la salud, el riesgo de la enfermedad, la vejez, las dependencias, unido en un ordenamiento regulado y ligado al respaldo del estado. La esfera de lo Público define lo de todos y lo que debe ser preservado más allá de los intereses particulares o de los grupos y en el cual se pueden diferenciar los principios éticos del bien común.

El modelo sanitario cuidador son las instituciones donde el eje fundamental es asegurar la atención de todos en igualdad de condiciones. Por eso la idea de lo colectivo es lo más próximo a la salud pública, la prevención, la atención comunitaria, aunque tengamos una evolución imperfecta.

La atención primaria por su proximidad guarda la llave y es clave en esta concepción, pero su desarrollo e integración ha venido limitándose junto a un debilitamiento de su estructura, impidiendo el encuentro y fortalecimiento de los ciudadanos.

No hacemos defensa del gasto público como solución de lo privado. Lo colectivo va más allá de altos presupuestos, supone un modelo de pensar y actuar que cuando es interpelado por un fenómeno como el de la pandemia, esté preparado como respuesta de una construcción social que pone el cuidado sanitario por delante y se fundamenta en proteger la vida. (El mejor ejemplo de ello ha sido el trabajo realizado por personal sanitario, auxiliares, enfermeras, médicas, etc.)

El modelo que llamamos contrario no afecta solo nuestro país, donde se ha demostrado que las desigualdades ya existentes crecerán aún más tras la pandemia, sino a nuestro planeta.

Además, sin minimizar la dramática situación que nos está afectando, sorprende la desproporción del impacto en el primer mundo, donde cada año se producen millones de muertes por múltiples pandemias (malaria, évola, zika, dengue...) sin valorarse de la misma forma.

Ello hace pensar que como en el caso de la Covid-19 afecta por igual a ricos que a pobres, se percibe de forma diferente, sin llegar a asumirse que cualquier pérdida humana tiene el mismo valor, porque desgraciadamente esta sociedad en la que vivimos nos somete a dinámicas que solo podemos superar desde conceptos de ayuda colectiva, como los vividos en esta crisis.

Por ello no hay nada más contrario a los cuidados de la vida y en ella la salud, como la idea de negocio para el tratamiento de la enfermedad y siempre defenderemos "que la vida y la sanidad se sostienen en el paradigma de lo colectivo".

(*) Integrantes de l'Associació per la Defensa de la Sanitat Pública y de la Plataforma Ciutadana per la Sanitat Pública de Balears.

Evelyn Nicoleno Ontiveros, enfermera de Salud Mental

Isabel Coma Sánchez, enfermera