El servicio de Urología de Son Espases efectuó con éxito hace ya casi un mes el primer autotrasplante de donante vivo que realiza el hospital de referencia y que en esta ocasión benefició a una mujer de 60 años que acaba de ser intervenida de un tumor ovárico.

Esta técnica, mínimamente invasiva, es la misma que se lleva a cabo para la obtención de órganos de donante vivo. En este caso, se ha conseguido salvar la funcionalidad de un riñón, que, sin la aplicación de esta técnica, se hubiera perdido. Se trataba de una mujer con un problema de vía urinaria provocado por una cirugía reciente debida a una tumoración ovárica.

El coordinador del servicio médico, el doctor Enrique Pieras (la jefatura del departamento sigue vacante por retrasos en el proceso de selección del nuevo responsable a causa de la pandemia de la Covid-19), señaló que en Son Dureta ya se habría realizado hace años un trasplante de similares características aunque por otra indicación, pero que este es el primero que se acomete en el nuevo hospital de referencia.

"La mujer tenía un riñón que funcionaba pero tuvo un problema en el uréter, que es el conducto por el que circula la orina desde el riñón a la vejiga. Quedó tan corto que no era capaz de conducir la orina", comenzó el doctor Pieras.

"Extrajimos el riñón por cirugía laparoscópica (minímamente invasiva) a través de una pequeña incisión. Y lo volvimos a introducir por la misma apertura para colocarlo en otro sitio más bajo que permitiera a la longitud del uréter poder llegar hasta la vejiga", explicó el experto.

Sobre la intervención en sí, el coordinador de Urología detalló que se prolongó durante casi siete horas y que los momentos más complejos fueron cuando hub0 que extraer el riñón en condiciones óptimas para retrasplantarlo y cuando hubo que reintroducirlo.

"Salvamos un riñón", se ufanaba el doctor Pieras recordando que esta técnica (nefroctomía) es la misma que se utiliza en los trasplantes con órganos de donantes vivos, un programa que abogó por reactivar tras quedar en cierta manera apartado con la proliferación de nuevos donantes gracias a la nueva técnica que permite extraer los órganos en parada cardiorrespiratoria (asistolia) y no solo a personas en muerte encefálica.

Donante vivo, relegado

"El perfil del donante ha cambiado en los últimos años con el mayor número de ellos gracias a la donación en asistolia y el vivo ha quedado relegado. Y ahora sería un buen momento para recuperarlo porque ha bajado mucho la actividad de la donación durante esta pandemia", instó Pieras.

Datos facilitados por Son Espases reflejaban que en lo que llevamos de año se han realizado 32 trasplantes de riñón, un significativo descenso frente a los realizados en el mismo periodo del año anterior por la situación provocada por la pandemia sanitaria.

Preguntado por las ventajas que entrañaba la donación en vida frente a otra procedente de un donante ya fallecido, el responsable del servicio apuntaba en primer lugar a que el órgano "dura más y si procede de un familiar de primer grado, el rechazo inmulógico es menor. Además, al aprovechar órganos de donantes vivos, ganamos otros para trasplantar a pacientes sin opción de donación en vida", concluía apelando al aspecto práctico el doctor Enrique Pieras.