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Los musulmanes se quedan sin halal

Las restricciones al tráfico por la cuarentena impiden a la comunidad islámica de varios municipios de la isla abastecerse de productos cárnicos

La carnicería Alhambra ha recibido varias llamadas de clientes que no pueden acudir a su local. b. ramon

"Date media vuelta y vuelve para casa". Con estas palabras pronunciadas por un policía en un control de salida en Santa Ponça, Ikram Bouhouche se cercioró de que la cuarentena por el coronavirus la iba a pasar en su hogar sin comer un solo alimento cárnico. Calvià, como muchos otros municipios de la isla, no cuentan con establecimientos de venta de productos halal y son las carnicerías de Palma u otras localidades de la isla, las que abastecen a las comunidades musulmanas que habitan en Mallorca.

Como Ikram, muchas otras familias se han topado de bruces con el mismo problema. Es el caso de Abdellah Habina, quien antes de coger el coche para desplazarse hasta la capital, consultó con la Policía Local de Sóller si existía algún problema por acudir a su carnicería habitual para poder proveerse de alimentos. "La compra se debe realizar aquí, que para eso hay supermercado", obtuvo como respuesta. Y así, a base de una dieta fundamentada en verduras y algo de pescado sobreviven muchos musulmanes de la isla.

El término árabe halal significa legal o permitido. Halal en sí no es un tipo de comida, sino la práctica permisible por la ley islámica. Esto incluye diferentes normas, comportamientos o modales que están también relacionados con los alimentos o con los métodos de preparación. Para que una carne sea considerada halal y la comunidad musulmana pueda comerla, el sacrificio del animal debe realizarse mirando hacia la Meca, donde sale el sol, mediante una rápida incisión en la garganta del animal, evitando que sufra y siendo totalmente desangrado.

Las restricciones al tráfico impuestas tras decretarse el estado de alarma en todo el territorio nacional han impedido que muchos musulmanes puedan acceder a un alimento de primera necesidad durante los últimos días. Los dueños de la carnicería Alhambra, cerca de la calle Manacor, corroboran la situación. "Son muchas las familias que nos han llamado para preguntarnos si podemos hacer envíos a domicilio porque no les dejan o tienen miedo de ser multados por desplazarse a Palma solo para comprar carne. Nosotros no podemos hacer repartos porque no tenemos los medios y eso, evidentemente, repercute en la facturación de la empresa. Ahora la gente que viene al establecimiento a comprar lo hace adquiriendo grandes cantidades, bien porque las reparten con otras familias o bien porque así no tienen que hacer tantos desplazamientos", explica Abderrahman Binslima, propietario de la carnicería junto a su hermano Ismael.

A solo unos metros, en Pere Garau, el establecimiento anticrisis Halal Musa no deja de atender un goteo incesante de clientes. "No conozco ningún caso de gente a quien no le hayan dejado venir a comprar carne por el estado de alarma. Al contrario, muchos clientes me han dicho que les han parado en controles y que al decir que tenían que comprar productos halal les han dejado pasar sin problemas. La Policía está haciendo muy bien su trabajo, no tengo ninguna duda", asegura Musa Afroune, propietario del negocio.

En Balears hay cerca de 60.000 personas de confesión musulmana, según datos del INE. Por nacionalidades, el mayor colectivo es el marroquí, con algo más de 26.000 residentes. Unos 19.000 son españoles (hijos de inmigrantes nacidos en las islas) y algo más de cuatro mil son de origen senegalés. También hay importantes comunidades de pakistaníes y malienses, la mayoría de los cuales son también musulmanes.

Abdelmalek Asjdar, residente en Sóller, asegura que en su municipio hay decenas de familias con el mismo problema que el suyo. "En cierta medida entiendo las restricciones y es problema nuestro el no haber sido previsores y tener carne congelada para poder comer durante unos días, pero también hay que entender que nadie esperaba una situación como la que se está viviendo. Yo me puse en contacto con la Guardia Civil del pueblo y me comunicaron que por ellos no había ningún problema, pero que si a la salida del túnel alguien me paraba y me multaba, ellos ya no podían hacer nada", señala.

Assila El Hanfif, residente en Santa Ponça, también se ha encontrado con la misma situación. "Solo en nuestra calle somos unas cuantas familias musulmanas que no podemos bajar a Palma para conseguir comprar carne u otros productos especializados. Por suerte mi marido trabaja allí y ha podido acercarse para hacer una gran compra y poder repartirla con los vecinos. Al menos de esta forma hemos podido abastecernos durante unos días", se consuela. "Deberían entender nuestra situación. No se trata de bajar cada día, pero al menos poder ir tranquilos una vez cada dos semanas para poder llenar el congelador", reclama en nombre de decenas de familias musulmanas que han visto recortada la variedad de su dieta en tiempos de coronavirus.

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