¿Qué está pasando con las pruebas rápidas (también llamadas test) y la información? No lo sabemos, tampoco somos expertos, ni en matemáticas ni en epidemiología. Pero está claro que el número de infectados es mucho mayorel número de infectados es mucho mayor, quizás 10 veces más que las cifras que se hacen públicas, no es posible saberlo. Para aclararlo, nos ayudarán mucho los test. Leemos la historia de los test en diferentes medios y columnas, y no llegamos a entender cómo a menudo queda tan desenfocado este asunto. Parece como si nadie quisiera explicarlo. Estos test pueden aliviar algo la necesidad de pruebas PCR, pero no sustituirlas. O no del todo. O ni siquiera la mitad. Veremos las calidades, y lo que dan de sí. Parece como si fuera un tema difícil de comunicar. Si no se dice qué porcentaje de portadores del virus se pretende y se puede identificar con los test rápidos, ¿cómo valorarlo?; 30 % han concluido que no basta, pero ¿40? ¿60? ¿80?, ¿alguien incluso pretenderá que supere la PCR? No lo vemos posible, así hubiéramos podido perder semanas. Adelante con los test.

Lamentablemente, antes de empezar ya emerge cierta crítica dura a los test o pruebas rápidas de antígeno, en general, sin antes explicar, en primera instancia, para qué sirven. Y en cambio lo que se pretende forzar es el confinamiento. ¿Qué está pasando? Sobre el escándalo de los test defectuosos escándalo de los test defectuosos lo primero que debería explicarse es que este tipo de test (aunque no sean defectuosos) no sirven para lo que parece que la mayoría de la población percibe que sirven.

Antes de distribuirlos masivamente, estos test o pruebas rápidas se han probado - es lo que toca-, está claro que estas pruebas se han hecho bien -lógicamente, probándolos en un grupo limitado de muestras de pacientes-, en Madrid, es la Comunidad autónoma que está más cerca de casi todo, aunque las CCAA sean las que tienen las competencias de sanidad. Nos informan que los expertos han comprobado que estos test rápidos comprados por el gobierno no eran, no son, lo suficientemente buenos (detectarían solo el 30% de los casos) y, consecuentemente, se han devuelto al proveedor. En suma, a grandes rasgos al menos, no nos parece mal: se han seguido los pasos lógicos. Quizá no hubiera sido necesario comprar tantos test, pero, si se hubieran comprado menos y resultaran ser "buenos" también se habría criticado, seguramente. Otra cosa distinta es que, cuando la información esté disponible, lo cual no es urgente, puedan analizarse los detalles. Nos parece peor que no se explique más y mejor lo que son estos test rápidos y para qué sirven.

Debe explicarse que cualquier resultado obtenido en un test rápido puede servir para tener más información a la hora de tomar medidas preliminares en cada caso individual. Un positivo que detectemos puede servir para determinarle medidas de aislamiento domiciliario, y para extremar las precauciones en el domicilio, sin perjuicio de que se vaya a practicar después el test o prueba PCR, también para conocer más sobre la carga vírica; si la persona tiene unas manifestaciones clínicas suficientemente evidentes puede ser que no haga falta la PCR, y así servir para descargar el sistema y los laboratorios, que están haciendo un trabajo ingente y extraordinario. En cambio, un resultado negativo no es determinante, en el sentido de que no exime que la persona pueda ser considerada sospechosa si presenta los síntomas clínicos que nos han explicado extensamente. ¿Y por qué con los test somos tan rácanos en explicaciones?

Hemos resumido los diferentes tipos de pruebas, esquemáticamente, el jueves pasado (26M), en Diario de Mallorca. La PCR (reacción en cadena de la polimerasa) es una técnica que permite detectar y amplificar un fragmento del ARN que es el material genético del virus. Es un método de uso común en los laboratorios de microbiología y biología molecular y en los hospitales. Destaca su alta sensibilidad (detecta si hay virus o no, aunque haya muy pocas partículas víricas; en un supuesto óptimo, aunque haya una sola, gracias a que incluye un paso de gran amplificación) y es altamente específica (distingue entre dos tipos de virus, aunque sean casi iguales). Presenta, eso sí, alguna complejidad operativa -precisa personal entrenado- y consume tiempo -unas 4 horas o más. Aquí no consideraremos que, desde hace un par de años, algunos grupos de científicos ya manejan pruebas PCR CRISPR mucho más rápidas que detectan el virus, pues solo están disponibles a nivel experimental.

Las pruebas o test de antígeno (los test) detectan proteínas del virus utilizando anticuerpos específicos producidos en los laboratorios (por diferentes técnicas) y, por tanto, pueden detectar el virus, aunque con precisión limitada. Depende del anticuerpo utilizado, del fabricante, formato, etc. El propio crecimiento del virus en el organismo infectado viene a amplificar, aunque solo hasta cierto punto, la señal que detectamos, porque cada nuevo virus que se forma tiene una sola molécula de ARN pero muchas moléculas de ciertas proteínas (las de la cápsula). Son un tipo de prueba que se distingue de otras pruebas serológicas que detectan los anticuerpos que el organismo ha fabricado contra el virus; éstas últimas son necesarias para detectar la inmunidad que se implanta en una población, pero no detectan el virus. Las pruebas o test de antígeno sí detectan el virus, pero los médicos en los hospitales no pueden descansar solo en este tipo de test para el virus SARS-CoV-2 causante de la enfermedad COVID-19. Es así por las propias características de estos test, que además se habrán desarrollado aceleradamente en meses recientes. A efectos clínicos, de tratamiento farmacológico y demás, los profesionales confiarán en los métodos de PCR clásicos, los que ya están haciendo. Cabe pensar que, con los criterios de aplicación actuales, la capacidad de los laboratorios permitirá dar suficiente servicio - los equipos científicos y técnicos de los hospitales en Baleares son muy buenos. Debemos esperar, eso sí, que esta capacidad de realizar pruebas PCR se pueda incrementar y no cabe reparar en gastos.

Pero es que las pruebas o test de antígeno rápidos encuentran su utilidad en otros contextos. Son menos precisos que la PCR, sí, su sensibilidad y especificidad son claramente inferiores a la PCR, sí: pero es que no se usan con el mismo objetivo. Sobre todo pueden servir para aplicarlos a una amplia parte de la población, como un método de cribado y ello puede permitir encontrar muchos casos positivos - los que se encuentren, aunque no sean todos, son personas a las que se podrá aislar rápidamente de modo preventivo, sin perjuicio de practicarles a continuación una prueba PCR que, entre una cosa y otra, puede tardar más de 24 horas. Diríamos que estos test rápidos son particularmente útiles en estudios amplios en la población, más que como una prueba diagnóstica certera, aunque no decimos que no pueda aliviar la presión a la que están sometidos los laboratorios clínicos. Y aquí, puede ser que se abra otra discusión, también superficial, sobre si vale la pena hacer estas pruebas, pero, no lo olvidemos: test, test, test...test, insiste la OMS, y no es por capricho, aunque no se dirija exclusivamente, ni siquiera principalmente, a los países muy desarrollados. Nuestra opinión es favorable a los test de antígeno rápidos, sí, aunque parece como si fuera difícil de explicar de forma inteligible. Y no lo es tanto ¿Y qué pasa cuando desde el ámbito universitario nos amparamos en la dificultad de comunicar algo diciendo porque es demasiado complejo?: suele ser que no lo tenemos claro, no es tan complejo, es lo que nos enseñaron las pocas matemáticas que sabemos?

No nos cabe duda que los tests que se apliquen aquí serán los mejores. Otra cosa distinta es lo que puede pasar con las partidas, que se amontonan, de los test menos buenos, ya que probablemente lleguen a la mayor parte de países del hemisferio sur. Será importante que controlemos también esto nosotros, que tenemos la tecnología y los recursos para ello, y que podemos. Porque de lo contrario será como lanzar un boomerang que, si no impacta en el objetivo, regresa a su punto de origen. A ver si nos enteramos, también en Sanidad e Investigación, todos estamos en Europa y, sobretodo, todos estamos en un mismo planeta.

* Andreu Palou, María Luisa Bonet y Catalina Picó son catedráticos de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de las Islas Baleares, grupo de Nutrigenómica de la UIB, IDISBA y CIBERobn.

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