Son muchos los testimonios de mallorquines que, disfrutando de unas vacaciones o realizando algún proyecto laboral, se encontraron con el estallido de la pandemia del coronavirus y con muchos problemas para poder volver a casa. Es el caso del entrenador personal mallorquín Xim Escanellas, -que en principio tiene previsto llegar hoy a España-. Xim se encontraba con su pareja en Sudamérica realizando un viaje en furgoneta desde hacía dos meses cuando el pasado día 17 les cogió de lleno la orden de confinamiento en Argentina.

"Acababa de participar en la Ushuaia Trail Race Fin del Mundo, al sur de Argentina, y vimos que la cosa se estaba complicando. Decidimos ir al norte y tras pasar por Perito Moreno nos pararon en un control de policía, donde nos dijeron que al ser turistas no podíamos circular y que nos tenían que trasladar", recuerda.

Tras ser conducidos a un hospital para realizarles pruebas, les llevaron a un polideportivo de Gobernador Gregores, ciudad de la provincia de Santa Cruz, junto a otras personas. "Estábamos encerrados sin contacto con el exterior, solo a través de internet. Nos traían bebida y comida, pero no podíamos salir", lamenta.

La confusión en la información es otro de los aspectos que denuncia Xim, ya que cuenta que las autoridades iban cambiando de parecer cada poco tiempo: "Al principio nos dijeron que íbamos a estar once días confinados. Seis horas después nos dijeron que catorce. A los tres días vino el alcalde de la ciudad a explicarnos que todo esto lo hacían por nuestra salud".

Esa misma noche, "alrededor de las dos de la mañana", les comunicaron que habían dado negativo en las pruebas y que les dejaban salir a todos. "Debió ser algún acuerdo entre embajadas, pero la nuestra no hizo nada. Nos sentíamos como si estuviésemos en la cárcel. Nada más salir nos pusimos en contacto con nuestras familias para que miraran vuelos porque queríamos volver a España de la forma más rápida posible", cuenta.

Con todos los vuelos internos cancelados, tuvieron que recorrer 2.500 kilómetros en dos días por carretera para poder llegar a Buenos Aires con la esperanza de encontrar un vuelo de regreso. "No sabíamos dónde dejar la furgoneta y al final, a través de las redes sociales, la conseguimos aparcar en casa de una señora. Ha sido todo muy estresante porque no sabíamos si nos iban a dejar seguir por la carretera", destaca.

"En algunos controles nos ponían muchos problemas y en otros no. No nos dejaban entrar en ningún pueblo. En muchos de ellos nos escoltaba la policía para poner gasolina, tanto a la entrada como a la salida. Siempre teníamos que estar en la misma carretera y dormir en la furgoneta", relata.

Xim denuncia que la embajada española no ha hecho nada por ellos en todos estos días. "Fueron muy amables, pero lo único que nos dijeron es que éramos turistas y que teníamos que buscarnos la vida para volver. No ha habido repatriación ni nos han ayudado a encontrar un vuelo", critica.

A pesar de todo, tanto él como su pareja reconocen "haber tenido suerte", puesto que encontraron un billete desde Buenos Aires, pasando por Santiago de Chile, para regresar a España por 900 euros: "Directo desde Buenos Aires no había hasta el 11 de abril y la otra opción era por Miami por 3.500 euros... Hemos tenido suerte porque tenemos muchos amigos en Bali o Filipinas que no tienen manera de regresar".

Confinado en Turquía

En Europa y más concretamente en Turquía, también se encuentra otro mallorquín afectado por el cierre de fronteras. Salvador, conocido en redes sociales por el nombre de @alterkombi, está realizando desde hace once meses un viaje junto a su perro por toda Europa y parte de Asia realizando un proyecto fotográfico sobre viajar en furgoneta y se ha visto confinado en el país otomano.

"De un día para otro cerraron las fronteras. Como vi que la situación no era tan crítica como en España y todavía no habían restringido la libre circulación, me puse en contacto con otros viajeros españoles y decidimos buscar un sitio tranquilo y sin población para acampar con nuestras furgonetas", aclara. "El camping donde estamos está cerrado, pero nos dejan usar el baño, las duchas y el wifi. Por suerte mi furgoneta está acondicionada para poder vivir", añade.

Por el momento, Salvador prefiere esperar en el camping para evitar el contacto con otra gente y no contagiarse: "Todavía me queda un mes de visa para estar en Turquía. Voy a comprar una vez por semana al pueblo más cercano que está a unos 10 km. En cuanto se me acabe la vista intentaré cruzar a Grecia o Bulgaria".

Al tratarse de un caso especial, donde se encuentra solo con su furgoneta, se puso en contacto con la embajada española para pedir una recomendación sobre qué hacer en su situación y si era recomendable intentar regresar. "Me dijeron que si estaba en un sitio seguro, lo mejor era esperar en Turquía para ver cómo evoluciona la cosa, ya que en los aviones de repatriación no aceptan perros grandes y el mío pesa 24 kilos. Además, la idea de dejar mi furgoneta aparcada a 4.000 kilómetros de casa sin saber cuándo voy a poder volver a por ella no me atrae demasiado", reconoce.

Sobre la posibilidad de regresar a España, reconoce que lleva días "dándole vueltas a la idea", pero que todavía no ha encontrado la forma. "Por aire queda descartado y por tierra en Grecia o Bulgaria me tendrían que dejar pasar por ser europeo, pero luego dentro de las fronteras están cerradas, por lo que no podría avanzar más y me quedaría bloqueado. Espero que en Turquía, que al menos el coste de vida es más barato, puedan controlar mejor la pandemia que en España", subraya.

Atrapada en Santo Domingo

Otro caso al otro lado del océano y corre serio peligro por su delicada salud es Isabel Riera, de 65 años y residente en Son Servera y que se encontraba en Santo Domingo (República Dominicana) visitando a una amiga, informa Biel Capó. Isabel padece una patología crónica en los pulmones (EPOC), debido a la cual no puede hacer grandes esfuerzos, precisa de medicación y una máquina respiratoria para dormir. Con la llegada del Covid-19, la compañía aérea Air Europa canceló el vuelo de regreso de Santo Domingo.

Esta situación ha provocado el desespero de su familia, que sabiendo de la enfermedad de su madre- que la sitúa en el sector de más riesgo por infecciones del coronavirus-, empezaron un periplo de gestiones y llamadas, comenzando por Air Europa, con quien aseguran que "está siendo imposible contactar", hasta embajadas y consulados, tanto en España como en República Dominicana.

Las gestiones dieron sus frutos y consiguieron hablar con un teléfono de información habilitado para estos casos en Madrid, donde les reconocieron y aconsejaron que ante el estado de salud que tiene su madre, era urgente regresar a España.

En ese instante, les comunicaron que había un vuelo de Iberia, pero después de muchísimas llamadas a la aerolínea española les dijeron que estaba lleno. Desde la embajada se les dijo que cuando hubiera otro vuelo, les informarían y tendrían que sacar el billete, aunque por el momento no han sabido nada más.

La familia asegura que les falta "información y opciones. Desde la embajada nos dicen que están trabajando, pero no nos dan ninguna solución". Ante esta situación, sus hijas decidieron mandarle un paquete con la medicación que precisa tomar asiduamente, ya que tiene provisiones solo para unos días y allí no puede conseguirla, con la preocupación de si el envío llegará ante la actual situación. El delicado estado de salud de Isabel le impide también que pase días en el aeropuerto de Santo Domingo para poder conseguir un vuelo de vuelta.

Por otro lado, temen que si llegan a encontrar un vuelo de vuelta a casa que no sea directo, su madre se podría ver confinada de nuevo en un tercer país. "Queremos hacer un llamamiento al Gobierno, para que haga todo lo posible para poner un vuelo y traer a todos los españoles de vuelta", manifiestan.

Y es que en la isla caribeña se encuentran retenidos muchos españoles, entre ellos un mallorquín de 29 años, Javier Díaz, sanitario del hospital de Son Llàtzer, que no puede incorporarse a su puesto de trabajo, en estos momentos tan difíciles y también una ibicenca de 23 años, Alicia Martín. Para hacer un frente común, Javier ha organizado un grupo de WhatsApp con 63 miembros, españoles en análoga situación, donde permanecen comunicados a la espera de poder volver a casa. Este grupo lo forman familias desesperadas, gente mayor con patologías, niños menores de edad e incluso una madre que ha dejado a sus hijos en España.

Sin poder viajar a Alemania

El caso del mallorquín Llorenç Real es radicalmente distinto. El sábado, a última hora de la tarde, se disponía a viajar desde Palmajunto a su pareja, natural del país teutón, tras haber adquirido hace cuatro días los pasajes. La sorpresa vino cuando se disponían a embarcar, ya que la compañía les dijo que Alemania solo permitía la entrada en el país a los residentes. "Teníamos que ir porque había asuntos personales que resolver", puntualiza.

Llorenç recalca que su pareja es residente en Mallorca, pero que van muchas veces a Alemania porque también tienen una casa allí. "No queríamos ir porque estuviésemos asustados de lo que pasa aquí, ya que allí también están igual. Asumíamos que yendo igual tardaríamos un mes en poder regresar a Mallorca, pero no era ningún problema", recalca.

Antes de desplazarse al aeropuerto de Son Sant Joan estuvieron mirando todos los canales de información oficiales, así como el Ministerio de Extranjería, donde en ese momento "todo era correcto y podíamos viajar". En ese momento ellos desconocían que el gobierno alemán se había reunido una hora y media antes de su vuelo, y que una hora después informaron a las compañías aéreas. "Sabíamos que existía ese riesgo y tenía el presentimiento de que podía pasar.

Pasamos el control de seguridad y cuando íbamos a embarcar, nos dijeron que hacía veinte minutos que la normativa había cambiado y que si no se era residente en Alemania no se podía bajar del avión, así que nos quedamos", subraya.

"Me extrañó que Eurowings no nos avisase con un mensaje". Además, cuenta que no fueron los únicos afectados en el vuelo. "Había una familia de Polonia que tenía que hacer escala en Berlín para viajar a su país y tampoco pudo. Fueron unas 10-15 personas que no pudieron volar", lamenta.