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El empeño de un hijo para tratar el cáncer de su madre

Saisfacción por el buen resultado de la terapia con protones en Suiza

La foto lo expresa todo: Rubén y su madre se abrazan tras salir de la última consulta de Son Espases. R.C. R.C.

Su hijo, Rubén, es una de las personas más felices en este nuevo año. Apenas puede contener la euforia. "Le hicieron la última resonancia el 2 de diciembre y el pasado 2 de enero nos informaron del resultado: no le quedaba ninguna célula tumoral. Cuando la doctora nos dio la noticia, me puse a llorar de alegría. Y me llamó la atención la reacción de mi madre, que se limitó a decir: Ya sabía que estaba curada", recuerda.

Atrás queda un año plagado de incertidumbres. Un tumor de considerables dimensiones que presionaba un hueso craneal obligó al Servei de Salut, a derivarle a una clínica suiza para que recibiera un carísimo y selectivo tratamiento con protones que en esos momentos aún no se hacía en este país (desde hace muy poco dos hospitales nacionales ofrecen esta protonterapia que permite tratar con éxito los tumores más escondidos e inaccesibles).

Inasequible a las adversidades, Rubén consiguió a través de diferentes iniciativas (un partido de baloncesto y una transparente cuestación a través de Facebook) recaudar el dinero suficiente para sufragar la estancia de su madre y él mismo durante los dos meses que tuvieron que permanecer en Suiza para recibir las 35 sesiones de protonterapia, unos gastos que las dietas del Servei de Salut ni por asomo cubrían y que esta familia humilde no podía afrontar.

Terapia indolora

Rubén y su madre regresaron a Mallorca a mediados del pasado mes de marzo tras unas sesiones que dejaron extenuada a la paciente. "Llegué sin fuerzas, algo tocada, no pude retomar mi vida normal", admite ahora Carmen, que revela que la terapia protónica "dolorosa no ha sido. No me he tenido que medicar ni tomar nada".

Poco a poco fue recuperando la energía, sentada en el sofá de su casa durante todo el verano antes de que, con el descenso de las temperaturas de septiembre, se animara a ejercitarse junto a su marido con baile latino. "Al principio apenas podía moverme, aunque a las pocas semanas ya podía bailar durante una hora seguida", explica hoy, con ánimos para afrontarlo casi todo.

La terapia no le ha dejado ninguna secuela más allá de un problema en su ojo derecho que aún no ha decidido bien cómo solventar. "Se me extravió el ojo y veo doble, por eso me pongo un parche. Y, según parece, me tengo que operar. Me lo estoy pensando porque sería la tercera vez que entro en un quirófano y cada vez me da más yuyu", admite.

Pero nada más preocupante por lo que ya ha tenido que pasar esta mujer que en octubre de 2017, tras acudir a urgencias de Son Espases que había provocado su rotura y su posterior expansión.

"Inicialmente me dijeron que no había solución, pero luego planificaron una complicada intervención. Me dijeron que iban a intentar llegar lo más cerca posible de un tumor que estaba cerca de la carótida para poder extraer la mayor cantidad de él. Estuvieron en el quirófano ocho horas y pico. Y en una segunda operación que duró más o menos lo mismo, entraron por la nariz no menos de doscientas veces para extraer, trocito a trocito, los máximos restos posibles del tumor", recapitula Carmen lo que fueron las dos intervenciones previas antes de su derivación para recibir la protonterapia en Suiza. No es extraño por tanto su renuencia a volver a pasar por un quirófano si no es estrictamente necesario.Superagradecida

"Por lo demás, aparte de lo del ojo, todo divino. Estoy superagradecida a toda la gente que nos ha ayudado en este trance", retoma el relato Carmen para visualizar una verdad que ahora se muestra nítida ante sus ojos, que hasta que no pasas por una situación similar no te das cuenta de que las personas aún son capaces de preocuparse por sus semejantes.

"La verdad es que fue gracias a la iniciativa de mi hijo, pero ¡cómo respondió la gente! Nos ayudaron económicamente justo hasta lo que necesitábamos. Recuerdo que llegamos de Suiza con cien euros en el bolsillo después de haberlo pagado todo, ha sido como un milagro", se muestra sorprendida aún hoy Carmen.

Desde su regreso a Mallorca el pasado mes de marzo le han sometido a dos resonancias para evaluar los resultados de la protonterapia. La primera en junio y la segunda hace apenas un mes para hacer la prueba diagnóstica con la "zona más despejada, más limpia", explica coloquialmente.

"Parece que la cosa ha ido bien, el tumor pegado a la carótida ha quedado como una cicatriz e inactivo. Dentro de cuatro meses tendré otra revisión. ¿Qué si se puede reproducir? Sí, puede hacerlo. Pero eso no va a impedir que siga viviendo el día a día, sin miedo", concluye esta mujer valiente que es consciente de que si el tumor se reprodujese no podría volver a someterse a una terapia tan agresiva como la de los protones y que su paso por el quirófano tampoco sería efectivo.

La doctora Araceli Guerrero, la oncóloga que le atiende en Son Espases, con todas las cautelas que adornan a su especialidad, se niega a hablar de curación y se limita a asentar que "la protonterapia invita al optimismo con estos tumores difíciles de tratar con terapias convencionales. No obstante, habrá que seguir con el programa de revisiones".

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