Desde septiembre Joan Groizard es el director general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, (IDAE), dependiente del ministerio de Transición Ecológica. Todo el mundo está entendiendo que esto va en serio", dice ante la XXV Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25). "Hay que repensar la ciudad". Y es clave "la mejora energética de los edificios", advierte Groizard.
P ¿Por qué da la sensación que la COP25 es un brindis al sol?
R Es la vigesimoquinta cumbre, el hecho de que hayamos llegado hasta aquí 25 años después, cuando ya en 1990 los informes científicos eran muy tajantes sobre la realidad del cambio climático es suficiente para desesperar a cualquiera. Sin embargo, estamos viendo movilizaciones impulsadas sobre todo por la juventud, son muy ilusionantes. Las empresas cada vez se lo creen más, con inversiones brutales en energías renovables. Y a nivel político, poco a poco, también. Hay razones para ser escépticos, pero estamos en un punto de inflexión en el que estamos viendo cambios. El Acuerdo de París, que se aprobó en 2015, entra en vigor en 2020, cuando empieza a ser obligatorio que cada país presente sus planes de cómo va a ir reduciendo emisiones. Hay motivos para el optimismo.
P ¿Se podrán tomar decisiones con la ausencia de grandes potencias como EE UU o Brasil?
R Sí. Despista la presencia de los líderes mundiales. Al final es una reunión de técnicos a la que se viene a negociar los artículos concretos del Acuerdo de París para llevarlos a la práctica. Y tuvimos a la nueva presidenta de la Comisión Europea diciendo que Europa va a intentar aprovechar esto como oportunidad. Y lo de EE UU es curioso, a pesar de que Trump se saliese del Acuerdo de París y dijese que no se cree las renovables, la realidad es que los Estados y las propias empresas están haciendo lo contrario y ha venido la presidenta de la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi. Lo que va a contar son los compromisos que presenten cada uno de los países.
P ¿Cómo podemos tener voz y voto los ciudadanos en la transición energética?
R Como consumidores cada vez que compramos tomamos una decisión y también por cómo nos organizamos (estando en una asociación). El nuevo modelo energético nos permite ya dar un paso, por ejemplo, con el autoconsumo y no solamente si vivimos en un chalet. Con la nueva normativa está el autoconsumo compartido, en un bloque de pisos, o incluso a nivel de barrio, a 500 metros a la redonda, podemos compartir una instalación, encontrando la cubierta o el solar para generar renovables. Y si no, hay cooperativas a las que nos podemos sumar para contribuir en nuestra factura con la energía renovable.
P ¿La dependencia de Balears de los combustibles fósiles, del aeropuerto y el turismo nos condenan ante la crisis climática?
R Nos obliga a repensar muchas cosas. Ahora mismo casi todo es gas natural o carbón. A principios de 2020, es verdad que con el plan de cierre de Es Murterar la gran mayoría de la generación de carbón desaparecerá y se reducirán las emisiones. También con los parques fotovoltaicos que hay en tramitación el índice eléctrico renovable en Balears pasará del 2% a más del 10% y en Menorca al 20%. En movilidad tenemos el reto en Mallorca de mejorar la línea ferroviaria, hay que avanzar mucho, no le puedes decir al ciudadano que apueste por el transporte público sin dar alternativas. La aviación nos condiciona, es uno de los sectores más difíciles de descarbonizar. Ya estamos viendo en muchos países, como Suecia, el flyskam, la vergüenza de volar. Ha supuesto que mucha gente elija vacaciones más largas o desplazamientos en tren o a sitios más cercanos. ¿Es lo suyo tener un sistema de muchos vuelos y viajeros que solo se quedan un día y medio, vienen de borrachera y se marchan a casa? No es lo más compatible con el reto del cambio climático.
P ¿A la industria del transporte aéreo es a la que le sale más barato contaminar?
R Sin duda. Hay que trabajar de forma urgente las emisiones en la aviación. Hay países que directamente han prohibido vuelos de corta distancia y otros han puesto una tasa a la aviación. Lo más lógico es que ese tipo de decisiones se tomen en el ámbito más grande posible, a nivel europeo o más alto. En Balears, donde una de los grandes debates es el de la interconectividad, es importante incorporar que aunque no puede ser que volar sea solo de ricos, tampoco puede ser que estemos volando todo el día. Necesitamos debates más sosegados.
P ¿Qué acciones de la cumbre le harían sentirse satisfecho?
R Sobre todo, que la ciudadanía que se moviliza sea capaz de pasar de la rabia a la acción y se vaya con la copla de que tiene que exigir a sus responsables políticos y tomar acciones contra el cambio climático. Y las empresas y los países salgan con anuncios creíbles. Bienvenido sea que políticos que han dicho auténticas barbaridades ahora sean defensores de la lucha contra el cambio climático. No sobra nadie.
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