Josep Ramoneda (Lleida, 1949) visitó ayer Palma para impartir una charla invitado por el Máster en Gestión de Políticas Públicas de la UIB. "Reflexionaré sobre las razones por las que todo el mundo tiende a considerar que los políticos no dan el nivel", indicó.
P ¿Dan el nivel?
R El problema no es ese. Seguro que ahora están tan o más formados que antes. Incluso ahora tienen más mundo. El problema es que no tienen capacidad para actuar sobre el mundo en el que estamos, y eso nos provoca una sensación de impotencia que hace que los percibamos peores de lo que son. El verdadero problema está en la política y no en los políticos.
P Está a punto de salir una sentencia que el independentismo ya ha puesto bajo sospecha.
R Sea cual sea el resultado, no solo el independentismo la pondrá en cuestión. Al independentismo -y también a una gran parte de la sociedad catalana- le costará mucho entender que estos señores hayan podido ser condenados a años de cárcel, habiendo pasado ya dos años en prisión.
P Una sentencia dura reactivaría a un independentismo que ha perdido fuelle.
R Pase lo que pase, una vez leída la sentencia y escuchadas las respuestas de todas las partes, entraremos en una nueva etapa que todos deben asumir con responsabilidad. Empezando por los gobernantes españoles, que son responsables por no haber sido capaces de afrontar el problema políticamente. Han dejado el tema a la Justicia, provocando un desequilibrio peligroso en los equilibrios de poder. A veces hay razones para pensar que el primer poder en España es la Justicia. En el caso de los políticos independentistas, acentuarán sus diferencias porque tienen intereses y vienen de familias muy diferentes. Pero tienen que asumir que cometieron el error de intentar llegar queriendo ir más allá de sus propias fuerzas. Y tienen que perder el miedo a decirlo porque la población ya lo sabe.
P Los presos catalanes llevan dos años en prisión preventiva y los de Alsasua tienen largas condenas. ¿Ambos casos describen una regresión de la libertad?
R Hay un problema evidente de regresión en las libertades que toma formas específicas y preocupantes en el caso del Estado español, donde se ponen condenas desproporcionadas en el caso de Alsasua por unos hechos que en otras circunstancias hubieran sido castigados mucho menos severamente. Pero creo que esta tendencia represiva se extiende al conjunto de las democracias europeas, donde en el campo de las libertades políticas hay una significativa restricción.
P Otra vez nos vuelven a convocar a las urnas. ¿Podemos debería haber aceptado la vicepresidencia y los tres ministerios que les ofreció Pedro Sánchez?
R Lo que es evidente es que Sánchez tendría que haber conseguido formar Gobierno, y no haberlo hecho es un fracaso que puede tener consecuencias muy importantes. Una de ellas es que la sentencia del Supremo saldrá con el Gobierno en funciones; eso me parece peligroso. La principal razón por la que no hay Gobierno es porque Sánchez ha preferido afrontar la sentencia sin la proximidad de Podemos. Y si es necesario, se acercará a Ciudadanos y al PP para tomar medidas duras. Se había generado una cierta expectativa en la izquierda española que se ha frustrado. A Sánchez le costará volver a convencer a los votantes. Ha habido una súbita prisa por exhumar a Franco por parte del Gobierno y del Supremo. Parece que traten de crear una noticia que tape la sentencia en el extranjero, donde Franco aún da morbo y su exhumación se llevará algunas portadas.
P ¿Más País dividirá a la izquierda o recuperará a votantes de la abstención?
R En política, cuando alguien deja un agujero, otro lo ocupa. Y en esta última negociación de la investidura, Podemos y el PSOE han dejado agujeros. Errejón recogerá votos de simpatizantes de Podemos que piensan que el partido debería haber hecho más para pactar. Y también de electores del PSOE que pueden haber encontrado un buen refugio en Errejón.
P ¿Entrevistar a Abascal en 'El Hormiguero' en horario de máxima audiencia es blanquear a la extrema derecha?
R No me gustan las limitaciones a la libertad de expresión. Y además me gusta que hable la gente a la que más detesto porque es una garantía de que yo también pueda hablar. Si empiezas a prohibir, sabes dónde empiezas, pero no dónde acabas.
