La mirada de Kika Rosselló lo dice todo. Sus ojos se tornan vidriosos al recordar la trágica riada de 2018. “Aún no estoy recuperada, no puedo hablar del tema, en seguida se me pone un nudo en la garganta y me pongo a llorar. Ya no duermo como antes, tengo como un miedo a que vuelva a ocurrir. Para mí, este año ha sido triste. Me he vuelto muy introvertida y me he cerrado mucho en mí misma”, asegura la vecina de Sant Llorenç. “La gente del pueblo no está igual que antes. Cuando hace este calor raro, siempre hay este miedo de a ver si volverá a pasar”, se lamenta Rosselló. Algunos vecinos creen que no se ha hecho mucho en estos últimos meses para evitar otra tragedia. “Todavía no lo tengo todo arreglado en casa. La vidriera que cayó la están haciendo ahora. Aún no han venido a pintar. La cocina es lo primero que hicimos. Estuvimos dos meses viviendo en casa de mis padres. En diciembre, regresamos a casa. Las ayudas fueron bien. El Ayuntamiento nos ayudó”, agrega.