Hace apenas un año, con la moción de censura con la que Pedro Sánchez llegaba a la Moncloa, su nombre era la sorpresa como nueva delegada del Gobierno en Baleares. Con un año por delante, Francina Armengol renunciaba a prescindir de ninguno de sus cargos de primera línea y la elección de Bel Oliver como secretaria de Estado le hacian apostar por Rosario Sánchez. Un año después, la presidenta repite apuesta para un cargo más cercano y clave en el engranaje del Govern: la conselleria de Hacienda, responsable de las cuentas.

Directora de gestión de Gesma, directora insular de Presupuestos del Consell presidido por Armengol y directora general de Coordinación la legislatura pasada, con su salta a la delegación del Gobierno echó atrás algunas de las decisiones más polémicas de María Salom como los recursos a la carrera profesional o a las subvenciones a la rotulación en catalán.

Un año después, Armengol repesca a Sánchez para su Govern para llenar el vacío de Catalina Cladera, inminente presidenta del Consell. Ahora la conselleria se descarga de Administraciones Públicas y se centrará en las cuentas autonómicas, con retos como la llegada de la parte fiscal del REB o la negociación de la nueva financiación autonómica, algo por lo que, no en vano, asume también las competencias de Relaciones Exteriores.