La Audiencia de Palma juzgará los próximos lunes y martes al empresario de la noche y antiguo hotelero de s'Arenal Miguel Pascual Bibiloni, al que se le imputan tres delitos de acoso sexual, otros tres de abuso sexual y uno relativo a la prostitución, por los que se le reclaman 28 años y medio de cárcel. Pascual fue relacionado, en el seno del caso Cursach, con fiestas donde habría invitado a políticos y policías a prostitutas, unos cargos que no serán ahora objeto de enjuiciamiento.
Pascual, de 72 años, habría regentado, según la fiscalía, tres conocidos locales de alterne de la Playa de Palma, establecimientos donde se venía ejerciendo la prostitución.
De acuerdo con las tesis de la fiscalía, algunas de las mujeres que se prostituían en aquellos locales carecían de recursos económicos, eran de origen extranjero y no tenían regularizada su residencia en España. Los locales eran del estilo "tables dance" y allí algunas de las chicas bailaban delante de los clientes. Las mujeres que entretenían al personal cobraban más que sus compañeras que no danzaban.
La fiscalía acusa al empresario de prevalerse de su posición de jefe y dueño para mantener relaciones sexuales con algunas de las chicas, que declararon en calidad de testigos protegidos.
Las mujeres explicaron que el acusado les amenazaba con el despido si no se plegaban a sus deseos. Estos hechos se habrían producido entre 2009 y 2014.
El ministerio público destaca que una de las chicas obligadas a tener sexo con el jefe era menor de edad, pero tenía más de 16 años, en un primer encuentro. La acusación también sostiene que el encausado se aprovechó de la precaria situación de las jóvenes.
Miguel Pascual fue detenido por la Policía en el seno del caso Cursach en febrero del 2015. El empresario quedó en libertad bajo fianza.
Quince políticos
Según declararon algunas prostitutas en el caso Cursach, Pascual habría invitado en varias ocasiones a quince políticos a fiestas con sexo gratis. Entre los agasajados estarían los antiguos dirigentes del PP José María Rodríguez y Álvaro Gijón, que siempre han negado haber participado en esas fiestas o haber estado con prostitutas.
Las testigos explicaron que las fiestas, donde corría el champán francés, tenían lugar en un establecimiento de la Playa de Palma y en una finca de Binissalem.
En el relato de las mujeres también salió a relucir un funcionario del ayuntamiento de Palma, que sería la persona encargada de organizar las reuniones.
Los investigadores del caso Cursach sostenían que Pascual buscaba con esas fiestas ganarse los favores de los policías locales y de los políticos para favorecer sus múltiples negocios, algo que el acusado siempre ha negado.
