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Análisis

El intocable era Rodríguez

El intocable era Rodríguez

La frase más escuchada en las últimas 24 horas es "nunca pensé que vería a Rodríguez en la cárcel". No se discute una culpa que se da por descontada, y no solo por la confianza en la labor de la Audiencia a través de una sentencia recurrible. Durante décadas se había afianzado el mito de que el secretario general del PP, conseller de Interior y alcalde de facto de Palma era un maestro en borrar las pistas que pudieran vincularle con los escándalos. Hasta que llegó Over Marketing, la falsificación de las elecciones autonómicas de 2003 y 2007 en que la campaña popular fue sufragada con fondos públicos. El PP vivía en negro.

El intocable era Rodríguez, más escurridizo de lo que su físico permite aventurar. Tras el estallido del caso Andratx, el entonces conseller negó que hubiera avisado al alcalde de su detención, dado que solo le dijo que "es lunes y estoy en mi despacho". El político paseaba por el Parlament palpándose el CD que llevaba en su bolsillo, con las grabaciones de aquel escándalo. Lo señalaba como el salvoconducto de su supervivencia.

La cárcel nunca es una buena noticia, pero Rodríguez ha caído con todo el equipo. No le ha salvado la traición de Matas al pacto con la fiscalía, que incluía un señalamiento concreto de su subordinado. La rutina no debe ocultar que la enésima condena al ministro de Aznar lo coloca como líder único y ya inalcanzable del Grand Slam de la corrupción. De 2003 a 2007, el Govern más sucio de la historia de la España autonómica se sentía invulnerable, hasta el punto de que su president asegura en el caso Over que se sintió con el "deber moral" de pagar a su jefe de campaña con dinero ajeno.

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