Las dos últimas semanas han sido especialmente trágicas en las carreteras de Mallorca. Por decirlo de modo amable, el desenlace de alguno de los accidentes padecidos en ellas, con resultado de muerte, deja patente que algunos de los conductores implicados no circulaban con las facultades ni el sentido de la responsabilidad elemental para ponerse al volante. Los resultados, irreversibles, también son incontestables.
Se imponen mayores medidas de vigilancia, control y sanción. En beneficio de todos. Que el bolsillo supla lo que la razón no cubre. La Guardia Civil comenzará a usar este verano en Mallorca, drones, para detectar, perseguir, fotografiar y si es el caso, sancionar, a conductores irreverentes con el código de la circulación y, por tanto, en actitud de peligro público.
Sin la estridencia delatora de un helicóptero, con una autonomía de hora y media y un margen de distancia de diez kilómetros, el dron captará pruebas solventes sobre el modo de circulación de cada vehículo. Se supone que lo hará con especial énfasis sobre los temerarios. Después, el coche en cuestión, será intervenido por un agente que ya dispondrá de las pruebas de la infracción cometida.
Son técnicas avanzadas y potencialmente solventes que deberán incidir sobre una mayor seguridad del tráfico. Vista la realidad, queda claro que las medidas que se van a adoptar son siempre oportunas. No solo eso, la proliferación de accidentes mortales en las últimas semanas las hace ya tan urgentes como imprescindibles.
Estaría bien, por lo demás, que los sigilosos drones, aparte del potencial sancionador, tuvieran también un efecto disuasor. Por eso es bueno que los conductores sepan que estarán sobre su coche en todo momento.
