“El brexit va a abocar a Reino Unido a una gran crisis. Pero será mucho menor de la que va a vivir Europa sin el Reino Unido”. Así lo advirtió ayer el embajador Juan Antonio March, quien tachó la salida británica del club comunitario de “un gran error” que no solo pasará factura a los británicos. “Supondrá también un problema para los europeos”, alertó.

March lanzó este inquietante pronóstico ayer en un coloquio en el CaixaForum de Palma, donde junto al presidente del Cercle Financer de Balears y consejero de Editora Balear, José Francisco Conrado de Villalonga y la presidenta de la la CAEB, Carmen Planas, fue desgranado las principales claves de su libro Poder y futuro. Veinte líderes mundiales y el mañana. El acto contó con la asistencia de caras conocidas, como el cabeza de lista de Ciudadanos al Congreso, Joan Mesquida o el rector de la UIB, Joan Huguet, entre otros.

March, quien ha desempeñado una dilatada carrera diplomática y ha sido embajador de España en Rusia, entre muchos otros cargos, recordó que cuando se fundó la Unión Europea Alemania se encontraba dividida. En este sentido, incidió en que en la actualidad la locomotora europea se ha convertido en un país muy grande que alberga buena parte de la población de la Unión. Si a esto sumamos “una Francia en relativa pérdida de velocidad, y otros países grandes -como Italia y España- muy descolocados y perdiendo posiciones”, nos vamos a encontrar en un futuro a una Alemania, en el umbral de las elecciones comunitarias de 2028, “que va a querer transformar la naturaleza de Europa”, vaticinó el embajador.

Blair, el Churchill de la paz

Por ello, hizo hincapié en la necesidad de contar con el contrapeso británico en el club comunitario. “Es esencial en una Europa de paz, de crecimiento y de prosperidad tener a los ingleses dentro”, proclamó.

Interpelado sobre cómo hubiera sido la UE si en su día el ex primer ministro británico Tony Blair hubiera sido escogido presidente del Consejo Europeo (cargo que finalmente ocupó el belga Van Rompuy), March vislumbró una Europa prometedora. “Hubiera sido un gran acierto. Yo le definiría como el Churchill de la paz, hubiera sido un constructor de una nueva Europa de paz”. No obstante, señaló “el gran error” del laborista: comentar durante un viaje a EE UU en 2000 que Al Gore debía ser el próximo presidente. Así, al ganar George W. Bush, el expremier “no pudo poner precio a la reconciliación” para lograr una estrecha relación con el jefe del imperio, por lo que quedó condenado a “un pago eterno”-buena muestra de ello fueron su apoyo a la guerra de Irak o de Libia, lo que le dejó desacreditado.

Mucho más optimista se mostró March cuando deslizó su visión de este siglo XXI. “Vamos a un cambio fundamental, al hombre como fuente de energía inteligente, de capacidad creativa”. Para ello, abogó por un “liderazgo colectivo de la humanidad” y apostó por “tener los Derechos Humanos como constitución mundial”, si bien no descartó la necesidad de los líderes. “Ciertas sociedades solo pueden avanzar a través de un buen liderazgo”, destacó el embajador, quien puso a China como ejemplo de país bien pilotado. Recordó el “salto brutal” que ha dado el gigante asiático en los últimos 40 años y explicó que en el presente hay 140 millones de chinos “preparándose para ser el mejor del mejor”. Así las cosas llamó a la concienciación sobre su inminente dominio. “Nuestra sociedad tendrá que explicar a las nuevas generaciones el mundo que se van a encontrar: el control chino será imbatible”, avisó.