El jueves de la semana pasada cuatro de los adjuntos de Nefrología de Son Espases, en representación de la mayoría del servicio que discrepaba con las formas y con la falta de transparencia con la que consideraban que se había elegido a su nuevo jefe, se presentaron puntuales ante las puertas del Consolat de la Mar.

Un error de su secretaria había convertido una cita que ellos pensaban que iban a tener con la presidenta del Govern, Francina Armengol, en otra a la misma hora en la otra punta de la ciudad y con una interlocutora distinta, la plaza de España y la consellera Patricia Gómez.

"Lo sentimos, pero aquí no tenemos registrada ninguna cita con la presidenta", les dijeron en el Consolat. Pese a su frustración y para no desairarla, cogieron un taxi y se personaron en la Conselleria, donde esta vez sí fueron recibidos por su titular.

En la reunión, los facultativos le explicaron que el ambiente del servicio estaba un poco deteriorado por la forma de seleccionar al jefe y que la elección la habían vivido como un "insulto" y una falta de respeto a su trabajo.

La consellera les espetó que la ley avalaba esa forma de elección de jefes de servicio y que confiaba en que Pomar había tomado esa decisión pensando en que era la mejor para el hospital.

Asimismo, los nefrólogos, aludiendo a la defensa que la consellera hizo de la elección de Buades en el Parlament el pasado 19 de febrero escudándose en el resto de nefrólogos de la isla y en la Asociación de enfermos renales ALCER, le recordaron que ellos no habían implicado ni a enfermos ni a compañeros en toda esta polémica.

La reunión concluyó con una contundente advertencia por parte de la consellera de salud: "En vuestras manos está reconducir esta situación".