Profesores de pedagogía de la Universitat proponen que se deba dedicar un mínimo de seis años para convertirse en profesor o maestro: a los cuatro años de grado se sumaría uno de máster y otro curso "como mínimo" de 'inducción' profesional (al estilo del MIR de los médicos).

Así lo sugieren representantes del llamado Grup Palma per a la millora de la formación inicial del profesorado, constiuido en la UIB y al que ya se han sumado docentes de la Universitat de Barcelona; la Universidad Complutense; la Universitat de València y la Universidad del País Vasco.

Este grupo firmó el pasado octubre un documento con propuestas para mejorar la enseñanza que reciben los futuros maestros en el grado de Educación Primaria y de Educación Infantil, así como los graduados en diferentes especialidades (Química, Biología...) que luego dan clases en Secundaria tras cursar el máster de Formación del Profesorado (la sustitución remozada del antiguo CAP, para el que también tienen ideas de mejora). La idea del Grup Palma es fomentar el debate y conseguir más adhesiones: una propuesta de semejante calado requeriría un pacto nacional.

Y es que parte de las propuestas del Grup Palma apuntan a la estructura del sistema, como que para ejercer la docencia en cualquier etapa educativa no universitaria sea necesario acreditar 600 créditos: cuatro años de grado y uno de máster oficial de carácter profesional de 60 créditos y con "las mismas tasas que el grado", precisa el texto.

En el grado de Magisterio la mitad de las horas se dedicarían a enseñar el material curricular de las asignaturas (el qué se enseña: matemáticas, lengua...) y la otra mitad a los aprendizajes pedagógicos y didácticos (el cómo se enseña). Además, se fijan 60 créditos mínimos de prácticas en colegios.

El máster se utilizaría para la especialización, profundizando en lo que ahora se queda en una 'mención' en áreas como pedagogía terapéutica, tutoría o inglés.

Superados esos 300 créditos, tendría lugar ese proceso de inducción "remunerado" con una duración "como mínimo" de un curso académico.

¿No bastan los cuatro años de ahora para formarse como maestro? Miquel Oliver, miembro del Grup Palma, cree que es muy evidente que no.

Las propuestas de este grupo van en paralelo al Programa para la Mejora de la Formación Inicial del Profesorado (PM_FIP) que coordina Oliver y que trabaja con la conselleria de Educación en una comisión mixta, así como con maestros y profesores de escuelas e institutos.

Esta línea de trabajo arrancó en 2013 con un análisis de la situación que desveló datos como que un 25% de los estudiantes que inician Magisterio lo hacen sin tener las competencias mínimas en castellano y catalán (no obtuvieron una media de cinco entre ambas pruebas en Selectividad) o que alrededor del 40% carece de un nivel mínimo de competencia matemática.

Por eso para el curso que viene se han puesto en marcha pruebas específicas para filtrar más a los aspirantes a maestro. Además, hace dos cursos se redujeron el número de plazas que se ofertan.

La formación de los que forman

Pero no son esas las únicas medidas impulsadas. También se cuestiona la formación de los que forman: los profesores de Magisterio y del máster habilitante para Secundaria.

Y es que la mayoría de profesores que dan clases a los futuros maestros nunca han dado una clase de Primaria. "Es muy extraño visto desde fuera, pero es muy difícil que alguien que ya está dando clases en un colegio se decida a iniciar una carrera docente en la Universitat empezando desde cero", razona.

Por eso, impulsan también una especie de "intercambios" para que el profesorado permanente de la UIB pase un tiempo en algún colegio para dar clases y ver y tocar la realidad.

La comisión ha redactado además unos criterios para seleccionar a los docentes que enseñarán a los futuros maestros y profesores, exigiendo que tengan algún vínculo con los estudios de Infantil o Primaria o con la materia (formación específica, investigación...).

Otra línea de trabajo pone el foco en las prácticas del alumnado, tratando que no sean un mero trámite y "tengan un sentido". Además, algo que ya se aplica es que los estudiantes pisan colegios y ven la realidad escolar desde el primer curso: así ven desde el principio qué implica realmente ser maestro.