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Lletra menuda

El PP apedrea su propia credibilidad

Con la mano levantan la copa de cava para proclamar buenos deseos y con el pie instalan la zancadilla con la intención expresa de hacer tropezar al Govern. Lo hacen sin reparar en las consecuencias, ni para los propios conservadores ni para el conjunto de la sociedad. Esta es la situación de equilibrio imposible que intenta mantener estos días el PP. Es una postura tan inverosímil, tan alejada de la gravedad de la lógica política responsable y consecuente, que se vuelve delatora en si misma, hasta el extremo de ocasionar fisuras internas que no se reconocen del mismo modo que se intenta hacer pasar por error un comportamiento claramente premeditado pero muy superficial.

No fue una equivocación. Poco le importaba al grupo parlamentario del PP si la promoción turística se quedaba en blanco o si los avances para equiparar las retribuciones de los profesores de la enseñanza concertada con los de la pública se iban al traste. Ni lo pensó. Ha bostezado sobre el propio sentido de su voto en una operación aritmética que no tenía mayor pretensión que la de arañar al Govern. Es tal la obstinación en hacerlo que para ello se llega a apedrear el propio tejado.

Es un tiro errático porque rebota sobre intereses afines de un PP que ahora se muestra poco ducho en estrategia política. El sector hotelero y el de la enseñanza concertada no son precisamente beligerantes con la formación que Biel Company y Marga Prohens deberían manejar con mejor tino.

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