P En la categoría de joven entre un adolescente de 15 años pero también un tipo de 29, ¿cómo hacer políticas de juventud así?
R Hay que hacer un esfuerzo para no homogeneizar porque entonces la categoría de juventud no sirve de nada. No es lo mismo alguien en tránsito a la adolescencia que una persona de 25, que es un joven adulto. Pero tampoco es lo mismo un joven de clase alta que uno de clase baja. No tienen un único problema común o una sola percepción de la realidad. Hay que hacer políticas que respondan a esa heterogeneidad.
P Los jóvenes son un grupo de población que continuamente está siendo etiquetado: JASP, ?ni-nis?, millenialls... ¿Cómo afecta eso a su autopercepción?
R El problema con las etiquetas no es tanto que se las acaben creyendo. La juventud es un colectivo que se define por su relación con otras edades y generaciones y al ponerles etiquetas los adultos ponen a los jóvenes en posición de subordinación, los adultos les dicen cómo son. Estoy en contra, ¿todos los adultos son de una única manera? Tampoco.
P Siempre se ha relacionado la experiencia y los años con más poder y dinero, pero hoy día puede lograr este capital un youtuber famoso o el chaval que crea una empresa tecnológica de éxito, ¿cómo encaja la sociedad este cambio?
R Las críticas denotan el desconocimiento e incertidumbre de los adultos. La revolución tecnológica es tan rápida que nos descoloca y reaccionamos ?tirando de argumentario?, diciendo que lo importante es el trabajo, el esfuerzo... Ésas han sido las claves que han servido a nuestra generación para el éxito, pero estos jóvenes descubren nuevos caminos que no sabemos aún qué repercusiones tendrán en su vida posterior. Las experiencias laborales se van a ir redefiniendo. Los jóvenes usan las posibilidades del mundo digital para explorar nuevas formas de realidad e influencias.
P Nos dijeron que si estudiábamos y trabajábamos podríamos independizarnos y prosperar, pero era mentira.
R Antes había problemas, pero el boom económico los tapaba. La crisis lo desmontó todo y las juventudes vieron que estudiar y trabajar no garantiza el éxito. Se puso de manifiesto esa promesa incumplida. La España de la Transición se quería modernizar rápido y se aplicó un modelo basado en aspirar a vivir mejor que los padres, algo que duró hasta los 90 y principios del 2000. El Informe INJUVE de 2016 recoge cómo la generación de la crisis sufrió ese deterioro de las relaciones laborales y el aumento de las dificultades para emanciparse. Cada vez es más difícil ser joven. Ahora es una nueva etapa y la forma de vivir la juventud se transforma.
P ¿Cómo ven la política?
R Hay sectores amplios que están transformando su relación con la política. La concepción de la política es más amplia; menos institucionalizada y más puntual, desaparece el militante. Pasan menos por el ámbito de los partidos y más por el de la protesta, la movilización y la politización de los nuevos ámbitos de la vida cotidiana.
P Muchas jóvenes se pusieron en primera línea el pasado 8M.
R Es una prueba. Hubo varias generaciones, pero las jóvenes descubrieron que hay nuevos ámbitos que son política. En este caso, se politiza el ámbito no solo de las relaciones de lo privado sino también la vida de la mujer en los espacios. Y todo se hace mendiante fórmulas que no exigen el compromiso que exigen los partidos. Eso favorece la unión. Los jóvenes se suman por lógica conectiva, usan las redes para conectar en ún ámbito detarminado.
P Ahora se les llama los ?ofendiditos? por polémicas como el uso de la palabra ?mariconez? en una canción de Mecano.
R En otras generaciones las preocupaciones eran otras, como las cuestiones redistributivas, pero las estructuras culturales cambian y ahora los jóvenes quieren ir hacia una sociedad en la que los principios de discriminación no sean visibles, aunque sigan ahí. Es verdad eso sí que el lenguaje y las formas culturales tienen capacidad de cambiar la sociedad. En este caso hay todo un tema de medios y la ideología del éxito momentáneo.
P ¿Qué beneficios dan unas políticas de juventud adecuadas?
R Las buenas son aquellas que les dan posibilidades de competencia, no las que les marcan el camino para ser adultos de éxito. Hacen falta políticas que abran posibilidades para que ejerzan su propia autonomía y se conviertan en jóvenes ciudadanos, que vean que son individuos que forman parte de la comunidad en pie de igualdad.
